No es este un curso como los demás para la Universidade da Coruña. El rector, Julio Abalde, se presenta a la reelección para consolidar el camino hacia la madurez de la institución. Tiene además por delante un reto estratégico para los próximos cuatro años: la puesta en marcha del polo de innovación en la fábrica de armas que impulse al sector tecnológico de la ciudad y su área. Los rectores de las universidades públicas, el ministro de Educación y el Rey inaugurarán el curso académico el próximo día 30 en la ciudad.

El curso despega en A Coruña. ¿Qué supone eso para la Universidad?

En primer lugar, un reconocimiento a lo que estamos haciendo y a la proyección de la institución más allá de la comunidad autónoma. Es muy importante para una universidad joven, de 30 años. También es un reconocimiento al trabajo y el progreso de las tres universidades gallegas.

¿Cómo es la imagen que proyecta la UDC?

Hemos hecho un esfuerzo muy grande de apertura a la sociedad, a la que hemos demostrado que somos una institución de prestigio y de utilidad, con magníficos resultados de inserción laboral.

Tres mil nuevos alumnos este curso, con buenas cifras de matriculación en grados tecnológicos. ¿Ya ha pasado la UDC a una nueva versión punto cero?

En eso estamos, con muy buen avance, teniendo en cuenta la lentitud burocrática que supone la puesta en marcha de estos nuevos títulos. Estamos siendo capaces de plantear aquellas competencias que va a necesitar la nueva sociedad. Hemos puesto sobre la mesa los programas formativos y tenemos demandas de primera opción que triplican la oferta. Estamos en vías de ofrecer una oferta académica dinámica y atractiva, con títulos que van a evolucionar al ritmo de los desarrollos tecnológicos en esos sectores.

¿Ciudad y comarca tienen un fuerte sector TIC?

Así es, y que influye en todos los sectores: el textil, el logístico, el aeroportuario, el financiero... Todos los sectores van a tener un momento de dependencia grande de la inteligencia artificial, el Big Data, la robótica... Por eso planteamos titulaciones no solo en la rama tecnológica sino en la jurídico-social, la humanística; el año que viene aparecerá una nueva titulación, Nanociencia y Nanotecnología. Tenemos que dar solución a las nuevas tecnologías en todos los sectores del conocimiento, y a los sectores industriales y comerciales.

Qué mejor entonces que el sector cuente con un ámbito como la Ciudad de las TIC que impulsa la UDC. La fábrica de armas sigue ocupada y la Universidad aún no tiene la concesión. ¿Está tranquilo el rector?

El retraso es asumible, pero tendremos posibilidades de desarrollarlo. Es un proyecto a medio-largo plazo. Trabajamos en dos frentes: la disponibilidad del espacio físico y con trabajos vinculados al desarrollo de líneas de investigación e innovación con distintas instituciones. En cuanto tengamos ese espacio, aplicaremos ese otro frente a la situación en que se encuentran las instalaciones. No estamos parados, seguimos los plazos, somos distintas administraciones, y fructificará.

Con la concesión en la mano, ¿cuál será el paso siguiente?

Una vez liberada la concesión, habrá un protocolo de acuerdo entre Defensa y la Universidad para definir los términos de la concesión demanial.

Pero el concesionario se niega a marcharse.

Se le ha rescindido la concesión, pero hay que seguir los plazos marcados para contar con todas las garantías legales. Entiendo que Defensa siga su procedimiento de acuerdo con la normativa. Es preferible que el proyecto nazca con unas bases jurídicas sólidas y no meternos en aventuras que sabe Dios lo que darán. Vayamos sosegadamente.

¿Ese espacio se debe compartir? La Xunta analiza si puede destinarse al nuevo hospital de A Coruña.

Hay espacio suficiente. El Sergas espera por un estudio que defina un plan director, veremos las conclusiones. Yo siempre he dicho que la Ciudad de las TIC nunca será un impedimento para que en el lugar haya un hospital. La ciudad necesita un buen complejo hospitalario y el parque tecnológico es también muy interesante para la ciudad. Ambas cosas tienen que ser posibles, son necesarias y realizables, ya se verá luego el reparto de terreno y las ubicaciones.

¿Cómo se va a financiar el polo tecnológico?

Tenemos que ver qué instrumentos de financiación aportan las administraciones públicas, no solo la Xunta; tenemos que buscar fondos estatales y europeos. Y tiene que haber inversión empresarial, fondos privados. Esas vías se están explorando, pero mientras es muy difícil presentarse a cualquier convocatoria cuando ni siquiera tienes la autorización para trabajar sobre un determinado terreno.

¿Hay receptividad para arrimar el hombre?

La hemos encontrado en todas las administraciones.

Pedro Sánchez ofreció a la alcaldesa el compromiso del Estado con la Ciudad de las TIC. Pero habrá nuevas elecciones. ¿Eso le intranquiliza?

También el presidente de la Xunta considera que nuestro proyecto es de gran interés estratégico para Galicia. Independientemente del resultado de las elecciones, hay que convencer de que el proyecto es bueno para Galicia y para España.

Otras elecciones, al Rectorado, en diciembre. Quiere repetir. ¿No ha conseguido todo lo que se proponía?

Notas que la administración es lenta en la toma de decisiones, y más cuando en la Universidad hay distintos órganos que comparten decisiones. Cuatro años es tiempo escaso para un proyecto que se quiera consolidar, dos mandatos es adecuado. Un ejemplo: trabajamos en la nueva oferta académica desde el minuto uno; eso se plasma ahora, y otra parte lo hará el curso que viene. Creo que es necesario que quienes planificamos esto sigamos desarrollándolo.

¿De qué presume la UDC de lo hecho en estos cuatro años?

Resalto dos cuestiones: fuimos capaces de modernizar la oferta académica y logramos la estabilidad financiera, que no suficiencia. En los dos primeros años de mandato supimos gestionar la plantilla, tanto de personal docente e investigador como de administración y servicios. Eso nos permitió estabilizarlo y rejuvenecerlo y a la vez responder a las justas promociones de reivindicación de la plantilla y dotar nuevas plazas. También fuimos capaces de dar un salto importante en apoyo y captación de investigadores, disponemos de tres agrupaciones estratégicas y hemos dado un salto importante en internacionalización, no solo en los alumnos extranjeros de movilidad que tenemos sino en el número de alumnos que cursan titulaciones en nuestra universidad completa. Ese es un esfuerzo complejo que empezó con el anterior equipo de gobierno y que ahora da frutos.

¿Asignaturas pendientes?

Casi todo de lo que prometimos está hecho. Los nudos de nuestro programa están conseguidos o en vías de desarrollo. Tenemos que ser ambiciosos. Con ya cuatro años de gestión, a la Universidad hay que plantearle un proyecto de nuevo ilusionante, de consolidación y de dar un paso más en la consolidación de la oferta académica en cantidad y calidad, en la potenciación de la investigación y la transferencia, en la internacionalización, en la especialización de nuestros campus. Tenemos que ser más proactivos en la divulgación y trabajar para aumentar las vocaciones tecnológicas y científicas en general y especialmente en las mujeres, que es uno de nuestros déficits.

¿Cómo recibe el proyecto de Abanca de impulsar una universidad privada de Galicia?

Solo conocemos el borrador de la ley, no sabemos qué titulaciones tendrá ni la memoria de creación. Galicia es de las pocas comunidades que no tiene universidad privada. ¿Cómo la acojo? No me molesta. Simplemente nosotros tenemos que ser capaces de demostrar que somos una universidad pública de calidad, nosotros somos los que ofrecemos una educación realmente de calidad, una investigación potente y de referencia.

¿Qué debe aportar la privada que no haga la pública?

No tengo muy claro qué es lo que va a aportar. Lo que debería, que lo decidan ellos. Excepto dos o tres, no tiene el componente docencia-investigación. Y en cambio lo que se nos exige a las públicas no se les exige a las privadas. Si alguien detecta que en la privada hay nicho de negocio, porque al fin y al cabo es una empresa privada que tiene que tener negocio, perfecto, pero que cumpla las mismas condiciones que nosotros.