Desde que el Copacabana es el Copacabana, su familia lo ha regentado. Desde el momento en el que abrió sus puertas en la localización que todo coruñés sabe, el lugar no ha conocido el cierre. De eso hace ya 34 años. Anahí Sánchez tenía solo dos años cuando a su padre, Raimundo, le fue adjudicada la concesión del local, entonces situado frente al Kiosco Alfonso, como aún recordarán los más veteranos. Después de su padre, el local pasó a sus hermanos. Anahí lo dirige desde entonces. Hoy ha decidido que es momento de dar el relevo.

Anahí Sánchez lleva cuatro años esperando la salida del concurso que hará posible ese relevo, ya que la concesión y explotación del local venció en el año 2015. Quiere y merece un descanso, pero hasta la salida del concurso, la gerente no contempla el cierre, debido a la pobre imagen que dejaría en el centro de la ciudad un Copacabana clausurado y experimentando los efectos del abandono.

Anahí y su marido, Rodrigo, salen de casa cada mañana a las 5.45 para abrir el local puntualmente a las 7, ya que actualmente residen en Bemantes, Miño. Son 60 kilómetros todos los días que empiezan a costar tras toda una vida. El local que no cerró ni un solo día en sus décadas de historia, ahora se permite hacerlo los lunes, aunque los calamares siguen estando desde primera hora. Es la forma de ir tirando mientras su salida a concurso se alarga en el tiempo.

La actual dueña cree que al Copacabana no le faltarán los pretendientes una vez pueda traspasarlo. "Ya hay habladurías, la gente pregunta, ya escuchas que hay quien se quiere presentar", comenta Anahí. Pese a su inevitable marcha, la todavía propietaria del local cree que el plato estrella de los Jardines de Méndez Núñez, los calamares, en tapa o bocadillo, seguirá siendo la marca de la casa del Copacabana. "Es un plato esencial en el centro de la ciudad, la gente está muy acostumbrada. No debería perderse".

Muchos de sus fieles se resisten a dejarla marchar. "Tenemos unos clientes en Estados Unidos que cada vez que están aquí, vienen al local. Hay gente que venía con sus padres que ahora viene con sus hijos", recuerda. El contrato de concesión traerá consigo un proyecto de obras de acondicionamiento del local firmado por el mismo arquitecto que lo diseñó en 1985, Xosé Manuel Casabella. Se trata de actuaciones que tratarán de adaptar el local a todo tipo de realidades, como baños adaptados para personas con movilidad reducida o mejoras en el aislamiento térmico.

Una nueva etapa que coincidirá con el final de otra que dura más de 30 años. Anahí Sánchez dice irse satisfecha con su gestión. Puede estarlo.