Carlos López García es uno de nuestros compositores gallegos que apostó claramente por la música de vanguardia. A pesar de su formación en Francia, su línea compositiva se halla más próxima al expresionismo, propio de los países centroeuropeos. La de Carlos no es una música fácil; es compleja técnicamente y en muchos casos las fuertes disonancias y la ausencia de melodía producen cierto rechazo en alguna parte del público. La música para vientos no es, por otra parte, la más asequible para el oyente menos avezado. Hay en ella sobre todo, además de la mencionada complejidad técnica, un aspecto antes sarcástico que lírico, una austeridad sonora en lugar de lirismo. Lo que pareció gustar más al público que se congregó en la Academia fue el Rondó caprichoso, con su tema recurrente y hasta cinco coplas que se van intercalando entre las reiteradas apariciones del motivo principal o estribillo; el Canto do arrieiro y el último tiempo (la fuga) de Preludio, Zarabanda y Fuga, que se ofreció, además, como bis. El acto musical estuvo ilustrado con la exposición de Javier Ares, experto en la vida y la obra del compositor, sobre el que versó su premiada tesis doctoral; y también con una serie de proyecciones y grabaciones con la voz del compositor. Los miembros de Zoar Ensemble realizaron un magnífico trabajo, teniendo en cuenta sobre todo la dificultad del repertorio. Fueron aplaudidos con toda justicia.