"Un día leí un breve en un periódico que el periodista Emilio Silva estaba buscando a su abuelo y me pareció que periodísticamente era algo que había que documentar". Así explica el fotoperiodista Eloy Alonso el inicio en 2001 de su actividad como documentalista fotográfico de la exhumación de las víctimas de la represión franquista, parte de la cual se exhibe desde ayer y hasta el día 19 en el Fórum Metropolitana bajo el título de As fosas do esquecemento

La exposición, organizada por la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica y la de vecinos de A Gaiteira-Os Castros, incluirá el día 7 un encuentro sobre las fuentes orales y la preparación de la exhumación en el que intervendrá la historiadora Carmen García-Rodeja, mientras que el día 14 hablará el investigador Eliseo Fernández sobre la investigación con fuentes documentales.

Al margen del interés periodístico del tema, Eloy Alonso menciona que en su trabajo también influyen cuestiones personales, ya su abuelo fue enterrado en una fosa común en el cementerio de Oviedo y dos de sus hermanos, uno falangista y otro republicano, están desaparecidos. "Muchas familias tienen gente implicada en los dos bandos", destaca Alonso para negar que la recuperación de la memoria de las víctimas tenga un afán revanchista.

"Lo mínimo es sacar a la gente de las cunetas y que todo el mundo pueda llevarse a su familiar, saber qué fue de él y poder enterrarlo dignamente", comenta sobre el objetivo de las exhumaciones, que él ha pretendido documentar de forma exhaustiva. Aunque en el pasado se realizaban sin ningún método, desde 2001 se hacen de forma científica con la participación de historiadores y forenses.

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'As fosas do esquecemento', en el Fórum

Nombre y apellidos

En estas iniciativas, Alonso habla con los familiares y busca fotos de las víctimas "para poner nombre y apellidos a esos huesos y dignificarlos periodísticamente", ya que considera que "detrás de cada uno de esos huesos siempre hay una historia". El hallazgo de pendientes o gafas sirve a veces para identificar a una persona o incluso un peine de aluminio con una funda de cuero que había traído de Nueva York uno de los hermanos del fallecido y que pudo recordar otro de ellos durante la excavación.

"Cada vez que hay una exhumación el lugar se convierte en un santuario porque aparecen cientos de personas con fotografías porque creen que sus familiares están allí", señala el fotógrafo sobre la dureza de esos momentos, en los que se encuentra con personas llegadas del extranjero con intención de cumplir promesas realizadas.

"Parece que te pones la cámara como escudo pero siempre tienes un sentimiento al ver una abuela llorar al pie de una fosa", comenta Alonso, para quien fue especialmente emocionante la exhumación del convento de Valdediós en Villaviciosa, donde fusilaron a 17 personas del psiquiátrico de Oviedo que fueron trasladadas allí días antes. Muchos de ellos pudieron ser identificados porque les habían fotografiado para un periódico en esos días al haber recaído en el convento un premio de la lotería.