Pocos pseudónimos dicen tanto de las personas a las que ocultan como el que escogió Alicia Queijo. Frente a la lista de nombres que los autores han usado para disfrazar su identidad, la escritora se decidió por uno que diese pistas sobre ella, sobre los sabores de su pluma y sobre ese país al que había dedicado varios años de su vida. "Hertz significa corazón en alemán. Me lo puse porque quise unir mi gusto por la literatura romántica con Alemania", explica la coruñesa, que lo acuñó como su apellido en Un matrimonio a la fuerza.

La novela es la pieza con la que ha hecho despegar este año su trayectoria, que reconoce desde siempre vinculada al mundo literario. Las lecturas en casa, donde la "animaban" a descubrir títulos e historias nuevas, hicieron soplar desde su niñez vientos favorables hacia las letras, donde se formó en filología alemana.

Algo de esa "deformación profesional", asegura, tiene su ópera prima, que divide entre Hamburgo y Madrid. Las ciudades son el marco en el que encuadra la vida de Alexandra Leichmann, una chica alocada, hija de un empresario alemán, a la que su padre obliga a casarse con un desconocido. "Es una trama diferente, en la que te metes de lleno. Con ella disfrutas y sufres de una forma muy inmersiva", explica la escritora, que sube el tono del relato con la irrupción de un triángulo amoroso.

Con el romance en la novela llega el erotismo, uno de los géneros de cabecera de Hertz. La coruñesa sortea comparaciones con títulos como los de E.L.James para mirar hacia plumas como las de Lena Valenti, con las que, dice, se siente más identificada. "En este tipo de literatura suele estar la chica en apuros y el chico que viene a salvarla, pero ella describe a mujeres muy luchadoras. En mi novela Alexandra también es independiente y se supera a sí misma", afirma.

Hertz atribuye el cambio a la oleada feminista, que ha llegado "en los últimos años" a las obras de corte erótico. "Los tópicos cambian" porque también lo hacen los lectores, que buscan ahora carácter en los personajes femeninos, y que sienten cada vez menos pudor ante el género. " 50 sombras de Grey ayudó bastante. Ahora ya no te cortas tanto al decir que lees o escribes literatura erótica", apunta la escritora, para la que "los estigmas" están bajando.

Prueba de ello es la segunda parte de su novela, en la que trabaja actualmente por pura demanda. "No tenía pensado escribirla, pero la gente me la pide", comenta Hertz, sorprendida todavía por la recepción de la primera entrega. El volumen le costó cerca de una década, en la que estuvo madurando la idea entre estudios, Erasmus y trabajos en el extranjero. Tuvo que volver a A Coruña, a la casa de Laracha en la que hoy reside, para reescribirla y darle la última capa de pintura, de la que espera presumir este noviembre con una presentación en la librería Piedra, Papel, Tijeras (O Burgo).