La ampliación de La Solana se ajusta al planeamiento urbanístico de A Coruña, según el Ayuntamiento. Sin embargo, la Lei do Solo de Galicia, que prevalece sobre la ordenación municipal, exige que las construcciones e instalaciones "habrán de adaptarse al ambiente en el que estén situadas" y que "en los lugares de paisaje abierto o natural no se permitirá que la situación, masa o altura de las construcciones, muros y cierres, o la instalación de otros elementos limiten el campo visual para contemplar las bellezas naturales, rompan la armonía del paisaje, desfiguren la perspectiva propia del mismo o limiten o impidan la contemplación del conjunto". Así figura recogido en la Norma de Aplicación Directa que se incluye en la ley autonómica.

El choque normativo pone en tela de juicio, según expertos en urbanismo consultados por LA OPINIÓN, los trabajos en el complejo polideportivo, que el Gobierno local permite culminar tras haber dado validez a la licencia de obra otorgada en 2013 durante el mandato del PP, y porque, además, la Dirección Xeral de Patrimonio no ha puesto inconvenientes a la reforma.

El impacto que las obras en La Solana causan en su entorno ha sido criticado por la Comisión Aberta en Defensa do Común y por el BNG. Cuando los trabajos paralizados en diciembre de 2015 se retomaron en mayo de 2018, la plataforma cívica y el grupo nacionalista denunciaron que la licencia para la reanudación de las obras otorgada por el Gobierno anterior admitía la manipulación de unas imágenes con el resultado de las obras sobre la lámina de agua hecha por la promotora, con la que pretendía demostrar que la reforma del complejo no alteraba la visibilidad del mar.

Defensa do Común denunció que el edificio del gimnasio de La Solana que se reforma donde antes estaban las pistas de tenis medía un metro más que el inmueble original y eso provocaba que no se pudiesen contemplar las aguas del puerto desde distintos puntos del paseo de O Parrote. Por este motivo solicitó en verano a la alcaldesa, Inés Rey, que impidiese la futura actividad en la ampliación del complejo deportivo.

El Ejecutivo socialista pidió un informe a los técnicos municipales y después de estudiarlo concluyó que no hay justificación legal para revisar los trabajos y anular la licencia. Patrimonio, además, no puso reparos a las obras y estuvo siempre "a favor" de la reforma, añadió el Concello esta semana.

El BNG se remonta a 2013, cuando el Gobierno popular concedió la licencia, para apuntar que los trabajos en La Solana carecían de la autorización de la Xunta. La concejala Avia Veira ha preguntado esta semana al Concello por escrito si otorgará el permiso de apertura de las obras en las instalaciones deportivas pese a que "impiden la visibilidad del mar desde varios puntos de O Parrote".

La limitación que la ley autonómica impone a las construcciones que alteran paisajes abiertos o naturales afecta también a otros proyectos urbanísticos sin desarrollar de la ciudad, como los de As Percebeiras, O Portiño y Astilleros Valiña. En este entorno, en el que el plan general permite edificar 13.750 metros cuadrados junto a la playa de Oza (2.750 para viviendas de protección y el resto libres), prevalece la NAD de la norma gallega sobre la ordenación municipal, por lo que el Concello deberá decidir qué volumen de edificabilidad aplica a una zona en la que el hormigón ha de respetar la integridad del paisaje. Los promotores de este ámbito, que retomaron el proyecto en 2018, acordaron con Marea que el edificio previsto se alejase de la línea de costa.