"Me pilla todo muy de sorpresa. Yo no era guionista, me estaba probando, y no teníamos subvenciones. Creo que es muy difícil que esto se vuelva a repetir, porque son cosas que solo pasan una vez en la vida". Daniel Viqueira habla desde Barcelona, de camino a una comida con un agente de ventas y un compositor musical que se han interesado por sus creaciones. Los conoció en el Festival de Sitges, "centro neurálgico del cine fantástico" por excelencia, donde el coruñés compite esta semana con su obra Limbo.

La pieza es su ópera prima en cuanto a cortometrajes, pero le ha salido ganadora. "Llevamos 18 premios, el último en Manchester, y más de 90 selecciones", resume el realizador, que firma la dirección, la producción y el texto del filme. Esta noche, en la gala de premios, el artista de Os Mallos se batirá contra otros 12 por el Premio Brigadoon Paul Naschy, con el que el jurado galardona al mejor cortometraje de género de los presentados.

La propuesta con la que compite es una obra de terror, con cierto corte social y psicológico. "Al principio iba a tratar de un personaje que estaba cercado en una finca, rodeada de demonios, pero lo fui transformando en una historia de violencia de género por todas las noticias de este tema que hay", explica el realizador. Limbo se convirtió así en el retrato de Xose (Xosé Eirís), un hombre que entra en un impasse tras cometer el asesinato de su familia. Viqueira asegura que la idea nació a modo de "experimento", sin grandes pretensiones más allá que la de llevar a cabo un proyecto con voz propia, que comenzó a rodarse hace dos años sin apoyos y con 3.800 euros de presupuesto.

Todo el proyecto, dice el realizador, fue una aventura desde el principio. "Arriesgué mucho en el metraje, y también decidimos arriesgarnos con el gasto. Si no hubiera tenido la ayuda de mis padres, habría sido muy difícil", apunta el coruñés. La grabación la desarrolló con vistas a Sitges, que le dio un varapalo inicial. Antes de aceptarlo en su edición de 2019, el certamen rechazó el proyecto en la categoría de work in progress, en la que se agrupan los filmes que todavía están en desarrollo. "Nos faltaban varios planos, y la música. Yo desconocía el circuito, así que cuando no nos cogieron pensé: '¿Y ahora qué?", recuerda.

La preocupación se diluyó pronto, cuando se le abrieron las puertas a nivel internacional. Viqueira lleva meses recorriendo el mundo para proyectar su obra en festivales como el Fantasia Festival de Canadá, el Bucheon International Fantastic Film Festival de Corea del Sur o el Mórbido Film Fest mexicano, en el que se hizo con la Calavera de Bronce. La promoción le ha valido más de una sinergia interesante, como el interés que despertó en la productora norteamericana Good Fear. La compañía se puso en contacto con el coruñés para un posible traslado de Limbo a la gran pantalla, que finalmente quedó aparcado.

"No salió adelante, pero tener el contacto ya es fantástico", dice Viqueira, que se confiesa agotado por el maratón de Sitges. "Te metes sesiones de seis horas de películas y luego están los cócteles, hablar con directores y productores...", relata. El realizador sabe que el tono festivo se transformará hoy en tensión, por si suena su nombre ante el micrófono. Asegura que "posibilidades de ganar hay" aunque "esto del jurado es siempre relativo" y que "son grandes los cortos que compiten".

Un talento de familia

El éxito de Viqueira se une al cosechado por su hermano Manuel a partir del videoclip que realizó para la banda Green Day, Troubled TimesTroubled Times. "Estos últimos años nos están ocurriendo cosas muy bonitas. Mi hermano fue el que me metió en el mundo audiovisual", cuenta Daniel. Gane o pierda en Sitges, el coruñés augura ante sí un futuro brillante. Una posible preinscripción en los próximos Goya„ para los que Limbo lleva ya tres de las seis selecciones que necesita en los festivales calificadores„, el estreno del filme en Nueva York y un documental, son algunos de los proyectos del artista, que se confiesa en conversaciones "con un productor gallego" para dirigir un largometraje.