Siete años después de haber sido instalados y tras una inversión de 318.000 euros que fue financiada por la Unión Europea, los bolardos y barreras que debían controlar el acceso a la Ciudad Vieja fueron retirados en octubre de 2009 por el Ayuntamiento sin que nunca hubieran llegado a funcionar. Los aparatos acabaron destartalados por ataques vandálicos, pero el Gobierno local del momento justificó su eliminación con la excusa de que estaban "obsoletos".

Este sistema debía ser el punto de partida para la peatonalización de la Ciudad Vieja, pero tampoco ese proyecto arrancó. El entonces concejal de Tráfico, Florencio Cardador, anunció que el control de acceso se realizaría con "lectores de matrículas" que finalmente tampoco llegaron a implantarse.

La peatonalización se anunció para la primavera de 2007 pero hubo que esperar al año 2014 para que se prohibiera aparcar y a 2018 para que no se pudiera circular, en ambos casos sin necesidad de colocar ningún sistema de control para los vehículos.

La retirada de los bolardos y barreras tuvo además consecuencias económicas para el Ayuntamiento, ya que un ciudadano denunció este hecho a la Oficina de Lucha contra el Fraude de la Unión Europea, que exigió la devolución de la subvención que había sido concedida.