La galería Xerión ofrece hasta el próximo jueves la exposición Óscar Cabana 2019, producto de uno de los artistas coruñeses más queridos y valorados en su ciudad natal. En esta muestra, el pintor ofrece un recopilatorio de toda su trayectoria a través de 44 nuevas obras en las que vuelve a retratar una A Coruña en clave monocroma.

¿En qué momento de su trayectoria como artista se encuentras en estos momentos?

Estoy en un momento dulce, alcanzando la madurez como pintor. Ya no me siento un artista emergente, y estoy muy contento por eso mismo, por poder vivir de mi arte. Actualmente es un lujo vivir exclusivamente de mi pintura, y es un orgullo para mí.

En esta exposición regresa a sus inicios, a las grúas, a las refinerías... ¿Qué reivindica con los paisajes industriales?

Es una visión de mis comienzos, con la que quiero poner en valor la belleza de lo industrial. Parece que la pintura figurativa siempre tiene que representar el paisaje natural, los horizontes o las playas. Poca gente ve la belleza en lo industrial. Las ciudades dan la espalda a las refinerías y a los puertos. Yo quería poner en valor eso y reivindicar que es la industria lo que da trabajo, lo que muestra la evolución del hombre y cuenta mucho sobre la sociedad.

También presenta paisajes urbanos, pero esta vez se aprecia la vida en ellos, no como en sus obras anteriores. ¿A qué se debe este cambio?

Es una novedad en esta exposición, aunque no tiene una explicación lógica. Antes dibujaba la arquitectura, y en esta última exposición aparecen las personas, las farolas, los coches, los árboles, el mobiliario urbano... Creo que humanizan el cuadro y ayudan al espectador a meterse dentro.

¿La simetría, las líneas y la búsqueda de perspectiva son consecuencia de su formación como arquitecto?

Sí. Es básica para mi obra y mi vida en general. Mi manera de pensar se basa en la arquitectura, desde el momento en el que hago la compra hasta el momento en el que pinto un cuadro. Siempre digo que para mí, la mancha se identifica con la pintura, y la línea con la arquitectura. En mi obra se ve ese contraste entre el arquitecto y el pintor.

El blanco y el negro con la pincelada roja son sinónimos de Óscar Cabana. ¿Se ha visto limitado en algún momento por su propio estilo?

Empecé pintando así por mi formación como arquitecto, y al final es lo que constituye mi seña de identidad. De alguna forma estoy obligado a mantenerla, porque la gente busca esos colores para identificar mi pintura, pero son los colores con los que me siento más cómodo pintando. También es cierto que he experimentado con el color en algunas ocasiones.

Es uno de los pintores más reconocidos de A Coruña. ¿Cuál diría que es la situación del artista en la ciudad?

Para mí, A Coruña lo es todo. Mi familia y mi trabajo están aquí. Aquí estudié y aquí pinto, pero la situación cultural está muy mal. Creo que la crisis ha supuesto un recorte muy grande en la cultura, y que las instituciones nos están dando la espalda a los artistas, que nos hemos acostumbrado a ello. En esta ciudad, muestra de ello es el cierre del Macuf y la desaparición de becas y premios. Para que el Concello te haga una exposición hace falta ganar una Champions.

¿Cómo han recibido los coruñeses su exposición?

Genial. Esperaba mucha gente en la inauguración, pero vino muchísima más. Fue una locura. En cuanto a las ventas, está yendo muy bien, porque ya hay trece piezas vendidas. En ese sentido es la mejor exposición que he hecho nunca, así que estoy contento.

¿Qué ideas tiene en mente de cara al futuro?

Tengo una exposición en Ourense el año que viene en la que estoy trabajando. Hay que darle una vuelta y pensar una temática y un hilo conductor. Ahora también estoy colaborando con los niños del colegio Dominicos.