Los años de las crisis, las nuevas tecnologías y los continuos cambios en las necesidades del cliente llevan a los emprendedores a crear nuevas formas de negocio que se asientan en la ciudad. Hay proyectos que fracasan, pero muchos logran hacerse un hueco importante no solo para satisfacer al público sino también para contribuir en otros aspectos, como la concienciación para cuidar del medio ambiente.

Entidades como la Fundación Ronsel o la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) sirven de impulso para lanzarse al desarrollo de un proyecto que puede servir de autoempleo e, incluso, convertirse en una empresa de mayores dimensiones. Profesionales con experiencia guían a los nuevos emprendedores en un camino en el que se asumen riesgos y se cometen errores, pero en el que también hay probabilidades de éxito. Aunque la clave está en la formación y el trabajo diario.

Este afán por emprender hace que en la ciudad hayan aparecido nuevos establecimientos y formas de ocio, como los juegos de escapismo, que llevan varios años en auge, o la venta de productos a granel. También hay comercios sin dependientes, como las cadenas de lavanderías para hacer la colada fuera de casa o las máquinas vending con productos que van más allá de las snacks, como hamburguesas o sándwiches. Siempre buscando la comodidad del cliente, como el caso de Kibus, que ha creado un mercado online para entregar productos frescos a domicilio.