La elevada concentración de gas radón que soporta el interior de la Torre de Hércules aconseja tomar medidas de protección para los trabajadores que prestan servicio en el faro, aunque no para los visitantes, ya que el escaso tiempo que pasan dentro no tiene impacto sobre su salud. Un informe elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas por encargo del Consorcio de Turismo de A Coruña, que se suma al ya realizado por la Universidade de Santiago, revela que la concentración media estimada en la Torre es de 820 becquerelios por metro cúbico de aire, cuando el nivel permitido por la Organización Mundial de la Salud es de 300, por lo que propone aislar los puestos de trabajo de dos personas.

El acceso a la Torre en la planta de excavación y el de la planta baja son los lugares donde se ubican los trabajadores que prestan atención a los visitantes, que a juicio de este estudio deberían estar protegidos. La medida sugerida es su aislamiento en una cabina de cristal que además contaría con un sistema de ventilación propio. El informe del CSIC defiende esta solución porque supone una "intervención mínima" en un monumento que cuenta con la máxima protección, aunque recuerda que debe consultarse a la administración competente en este caso, la Dirección Xeral de Patrimonio, para que la autorice.

Estos dos lugares tienen comunicación con el exterior, por lo que en principio deberían tener una concentración de radón inferior, pero el estudio constató que los días se cierran las puertas a causa del mal tiempo el nivel de gas se incrementa de forma notable. "En condiciones de máxima estanqueidad, con todas las puertas cerradas, las concentraciones en el interior son elevadas, con picos superiores a los 2.500 becquerelios por metro cúbico", refleja el informe.

También se señala que dentro de la Torre existen fuertes corrientes de aire que contribuyen a diluir el radón, pero que ese fenómeno se produce "siempre y cuando exista un régimen de apertura de puertas".

Las quejas de los trabajadores de la Torre por la presencia del radón llevaron al Consorcio de Turismo a poner en marcha un protocolo mediante el que asegura que los empleados cambian de ubicación de forma periódica para evitar estar expuestos a altas concentraciones del gas. Pero ellos reclaman que se dote al monumento de una solución que evite el problema, aunque la protección patrimonial de que goza limita notablemente la actuación que pueda llevarse a cabo.

Las pruebas efectuadas en el interior del faro revelaron "altos valores de exhalación" de radón en los muros y bóvedas, aunque según los técnicos no proceden de la piedra granítica con la que están fabricados los sillares, sino del relleno utilizado para sellar las juntas entre ellos, a través del cual se filtra el gas. Al analizar las posibles soluciones que podrían aplicarse en la Torre, se descartó la instalación de una membrana impermeable que separase el terreno y los materiales de construcción del resto del edificio, fórmula empleada para sótanos y suelos de inmuebles, ya que tendría un alto impacto visual que es inadecuado para un monumento de estas características.

También se desechó por esta misma razón el sellado de todas las juntas de los sillares y de las grietas existentes, ya que Patrimonio lo rechazaría y, además, la gran cantidad de superficie que habría que cubrir limitaría la eficacia de la medida. Otra de las soluciones posibles sería la extracción del gas acumulado en el subsuelo y en las juntas de los muros y las bóvedas, lo que con frecuencia se hace en edificios afectados por el radón, pero esa iniciativa implicaría realizar perforaciones, instalar tubos y posteriormente sellar los huecos, actividades para las que los responsables de Patrimonio no darían su visto bueno.

La instalación de un sistema de ventilación mecánica que renovase el aire en el interior para evitar las concentraciones de radón sería otra de las posibilidades, pero el informe vuelve a desaconsejarla porque sería necesaria la colocación de maquinaria y conductos de distribución del aire incompatibles con el valor patrimonial de la Torre, en la que además estos equipos generarían ruido.

Estos datos y la constatación de que los dos puntos de acceso son los únicos en los que el personal permanece de forma estable llevan a los técnicos del CSIC a plantear el aislamiento de ambos puestos de trabajo mediante su acristalamiento y la dotación de un sistema de ventilación.