Son la prueba palpable de que aquello de que Arquitectura es una carrera de salida difícil no es del todo cierto. Los cuatro arquitectos, titulados en su día por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña, (ETSAC) están de paso en la ciudad, ya que todos desarrollan sus proyectos y carreras en distintos lugares del extranjero. No tuvieron que esperar mucho tras terminar para empezar a encontrar oportunidades laborales. Pese a que todos vivieron momentos diferentes de la crisis, supieron moverse y buscar su lugar en el mercado que espera fuera.

Beatriz Barral se encontró, al titularse en 2011, con uno de los peores momentos de la recesión. No fue obstáculo para ella, que trabajó en diversos estudios de París hasta que recaló en Barcelona para cursar un máster. No tardó en encontrar trabajo. "Mientras hacía el máster me cogieron en el estudio Batlle i Roig. Llevo allí ya cinco años. Siempre tuve claro que me iría fuera", asegura la arquitecta. Aunque nunca se planteó buscar trabajo en A Coruña, su percepción es que la situación laboral del gremio ha mejorado en los últimos años. "Es una pena que el volumen de alumnado de la Escuela haya bajado. Es una carrera espectacular, te da un nivel de cultura enorme y creces mucho como persona", afirma.

Clara Martínez decidió expandir fronteras más allá del continente. Sus intereses se iban hasta Japón, concretamente a Tokio, y allá se fue ella, donde encontró trabajo en el estudio Sou Fujimoto Architects, tras lo cual, regresó al país para continuar con su formación.

Antes de su andadura internacional, se encargó de labrarse una trayectoria más cerca, colaborando, mientras estudiaba, en oficinas de pequeño tamaño y en proyectos de mayor envergadura. "Cuando estaba acabando hice un taller con el arquitecto David Chipperfield que organizó con alumnos de esta escuela. Luego trabajé con él, porque contrató a algunos alumnos que habían estado antes con él", explica. "La situación ha mejorado, pero creo que se acerca una nueva burbuja", afirma.

Ángel Montero tuvo siempre claro que su futuro estaba fuera. Londres era, para él, el destino perfecto por cercanía y volumen de estudios de arquitectura. "En la carrera tomé una serie de herramientas que ponen a nuestra disposición, en forma de Erasmus y prácticas. Si quieres, las usas", relata. Antes de dar el salto al exterior, se preparó bien los pasos previos.

"Estuve unos años haciendo concursos, colaborando con profesores y compañeros. Cuando me vi confiado y tenía un buen portfolio, me fui", explica. Desde ese momento, desarrolla su actividad en el estudio Adjave Associates en la capital británica. Nada comparado con los augurios que recibía de estudiante. "Hace falta más optimismo. Escuchar el discurso de "qué mal vas a estar" te limita el abanico de posibilidades", apunta. A Guillermo Pomar, la oportunidad le surgió antes incluso de terminar la carrera. Desarrolla su actividad en RCR, en Olot, Girona, desde que se tituló hace año y medio. Mientras cursaba la carrera, colaboró en talleres internacionales y en diversos estudios.

"No tuve tiempo de buscar nada, porque antes de acabar el proyecto tuve la oportunidad de que me cogieran en RCR, y luego quisieron que me quedase". Coincide con sus compañeros en que la motivación es importante. También lo es aprovechar las oportunidades. "Empecé con una beca que solo hay en A Coruña, y me quedé. Hay que valorarlo y tener entusiasmo", explica. Aunque sus trayectorias son diferentes, todos coinciden en algo: su éxito se debe, en gran medida, a las herramientas obtenidas en la ETSAC, a donde no dudan en volver de vez en cuando.