Jairo Zavala (Madrid, 1973), agota entradas siempre que toca. Al menos en A Coruña, a donde regresará esta noche para presentar su Todo va a salir bien. Más que un guiño sarcástico, la frase es el mantra del cantante al frente de Depedro, que mira con ojos optimistas a la vida a pesar de los nubarrones. Esta noche (22.15 h), en Los Acústicos del Playa Club, los espantará con su guitarra, tras la el directo del cantautor Pez Mago.

Ese Todo va a salir bien , ¿se canta convencido a día de hoy?

Yo siempre lo he cantado convencido, porque no es una frase naíf, sino una que me recuerda que la vida no son solo autovías. Que hay muchas carreteras secundarias con curvas y que necesitas un aliento de esperanza.

Hace poco tuvo que entonarlo en Chile, entre las protestas. Sería un poco paradójico.

El concierto fue una declaración de intenciones. Yo soy un bufón en un país que tiene un conflicto en el que se pide simplemente dignidad. Fue bonito hacerlo, pero también mucha responsabilidad al ver los asientos vacíos. Se había vendido todo, pero hubo gente que no pudo asistir porque había una barricada y estaban disparando gases lacrimógenos.

Y aun así canta usted Un hombre bueno ...

Porque pienso que hay muchos, más que miseria. Hay más solidaridad que la que vemos en los medios. La gente que no ha podido viajar no ha podido poner en valor lo que tiene, y por eso no lo cuida. Pero solo tienes que mirar a tu vecino o a tus amigos, vivimos en un país maravilloso.

En Todo va a salir bien se reencuentra con los suyos, como Vetusta Morla, padrinos de su despegue como Depedro. ¿Aquello fue como soltar amarras?

No, porque no ha habido un antes y un después. Toda mi carrera han sido pasitos muy pequeños y muy lentos, y Depedro simplemente era una cosa más de las 200 que hacía. Lo que pasa es que el espacio que ha ocupado en mi mundo musical ha sido mayor, me ha demandado más energía...

¿Y le ha hecho dar bandazos? En uno de sus temas dice que le gustaría dejar de perderse...

Sería mentir si dijera que no he ido por muchas carreteras secundarias, pero no lo considero bandazos. Al final son experiencias. De todo se puede sacar algo positivo, y es lo que he intentado hacer siempre. A nivel personal, creo que las cosas no te las dan gratis.

Comentaba Raphael hace poco en este diario que el éxito en la música era fácil.

Define éxito. Para mí ha sido vivir de la música. Este último año de repente hay más seguimiento, pero igual esto es el culmen y se acaba la atención mediática, porque no la he tenido hasta ahora.

¿Le asusta que se apague ese foco?

Pero es que el foco es tan novedoso que... Si tuviera veinte años... Pero eso ya pasó hace tiempo (risas).

¿Ahora le da más igual?

No, al revés, me importa muchísimo, por eso lo valoro. Pero la visión del éxito que apuntas es irreal, no ha pasado nunca Ahora hay más atención, pero se puede vivir de la música sin ser famoso.

La suya bebe mucho del folclore, sabe mucho a raíz.

Nuestro país tiene una riqueza inmensa, y yo siempre he sido muy curioso. Además, en mi casa mi abuela cantaba habaneras. Pero hay gente que tiene eso en su entorno y no lo desarrolla. A mí me parece que el folclore como inspiración es muy interesante, porque refleja la identidad del pueblo del que proviene.

Esa influencia se nota también en su último álbum, Érase una vez . ¿Se siente un contador de historias?

No lo sé (duda). Me encantaría aprender a contarlas de buena manera, pero estoy todavía en ello. Intérprete sí, pero para contar historias bien quiero pensar que tengo mucho margen de mejora (risa).

¿Con cuáles de su infancia ha conectado para este trabajo?

Soy padre de familia numerosa, así que tengo un poco de experiencia en los dos lados. Es un disco dedicado a la infancia, no para niños en concreto, aunque hay canciones infantiles no condescendientes. Pero sí que he tenido que hacer el ejercicio de ponerme en los zapatos del niño que fui, y que he intentado que me acompañara siempre.

Algunas de las canciones son un poco revolucionarias.

Son todas frases robadas a mis hijos. Cuando oyeron por primera vez el disco se enfadaron porque contara algunas cosas. Y les dije: "Ten cuidado con lo que dices, que puede acabar en una canción" (ríe).

Hacer un disco familiar como este, ¿es el síntoma más absoluto de haber llegado a la madurez?

Lo dices por la edad que tengo, ¿no? (risas). Espero que sí. Quiero pensar que tengo madurez, pero sin perder esa mirada infantil y curiosa.

Parece también un signo de nostalgia. Mirar a la infancia, hacer recopilatorios...

Si parece que es nostálgico no era mi intención. El recopilatorio yo no quería hacerlo, fue la compañía que quería poner en valor el repertorio y al final ha salido bien. Y el de la infancia lo hago porque he visto carencias en las propuestas de música infantil criando a mis hijos. He tenido que tirar siempre de cosas muy antiguas, porque lo que había era demasiado acaramelado. El ejercicio nostálgico a mí sinceramente no me interesa, porque me aburre mucho mirar al pasado y al futuro. Yo siempre quiero vivir esto, lo que está pasando ahora.