Carlos Gómez Quintela es el presidente de la Asociación de Vecinos del Campanario y residente del barrio. La agrupación, fundada en 1997 tras el derrumbe del vertedero de Bens, que afectó a la mayoría de las viviendas del barrio, batalla desde entonces con la administración para que las demandas básicas de los vecinos del Campanario sean atendidas.

¿Cuáles son los principales problemas del barrio?

Problemas tenemos un montón. Principalmente, que el Ayuntamiento de A Coruña pase de nosotros. No nos hacen ni caso, no sé ni quién es la alcaldesa todavía. Antes se ponían en contacto con nosotros, al menos. Cuando cambiaba la Concejalía de Asuntos Sociales, me llamaban. Ahora nada. Creo que hay mucha prepotencia.

¿A qué carencias se enfrentan día a día?

El centro cívico cerrado, el asfalto que está como está. Todo abandonado por parte del Ayuntamiento. Es un barrio de su propiedad, parece que es nuestro y no, no es así.

¿Cómo se las arreglan para suplir estas carencias?

Nos autogestionamos. Si hace falta cualquier cosa, la hacemos nosotros. Por ejemplo, cuando fue lo de las arquetas del alcantarillado, nos las puso López Cao, pero tuvimos que quitarlas nosotros, que ellos no podían o no sé qué. Tuve que quitarlas yo. Ahora se hunde el pavimento y solo vienen a poner un parche cuando quieren.

¿Se encargan los vecinos de mantener los servicios mínimos?

Sí, nos encargamos de las limpiezas forestales alrededor del barrio, que ellos solo vienen a limpiar las parcelas municipales. Del resto nos hacemos cargo nosotros, porque sino multan a los dueños de los terrenos, y ellos la toman con nosotros.

¿Se sienten desatendidos con respecto a otros barrios de A Coruña?

Sí, pero eso ya es algo de siempre, no es de ahora. Es de siempre. Si el local estuviera en otra parte, ya estaba inaugurado solo para sacar la foto.

¿En qué afecta a la vida cotidiana de los vecinos el hecho de que el local municipal se mantenga cerrado?

Pues, por ejemplo, mis hijas para ir a clases de apoyo tienen que ir al local social de San Pedro de Visma. El Ayuntamiento prefiere movilizar autobuses para que los niños vayan a San Pedro antes que abrir el local de aquí. El grupo que hacía el culto en el centro ahora lo hace al aire libre, o donde pueden. A veces les dejan un local, otras veces se quedan en la calle.

¿Guardan esperanzas los residentes de que la situación del barrio mejore?

No, ya nos quitaron todas las esperanzas. Siempre que nos han prometido algo, quedó en nada.

¿Qué es lo principal que se pide para el barrio desde la asociación?

Trabajo, sin duda. El 90% estamos en paro. Nos convirtieron en delincuentes con las nuevas leyes para ir a la marea. Aquí no ofrecen trabajo, el que nos dan es gratis, del estilo de limpiezas forestales. Quieren que trabajemos por la cara. Gratis hay chollo de sobra. Pero después, remunerado, las contratas tienen a su propia gente y nosotros parece que no valemos para nada.

¿Temen un posible desalojo en el asentamiento?

Claro que lo tememos, pero no les va a ser fácil, aquí tenemos unos derechos adquiridos. No somos Penamoa, ni nada de eso. Estamos aquí obligados por el Ayuntamiento, que nos trajeron ellos para aquí, las viviendas no las construimos nosotros. Y si quieren que construyamos nosotros, que nos hagan un proyecto de autoconstrucción, nosotros ponemos la mano de obra, por eso no habría fallo. Nosotros tenemos que hacerlo todo, cuando vengan los ricachones que van a tener ahí vistas al mar, se lo darán todo hecho. Para ellos seguro que ya trabaja el Ayuntamiento.