Son pocos los niños a los que les gusta hacer los deberes, y menos aún los que comprenden del todo su utilidad. Los integrantes del Grupo de Investigación en Psicología de la Universidade da Coruña se han propuesto cambiar esta percepción, y lo han hecho mediante la aplicación de unas pautas muy simples pero que, como están demostrando los primeros resultados de sus estudios, están repercutiendo positivamente en la calidad de los deberes que los alumnos de 5º y 6º de Primaria se llevan para casa.

El proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, busca convertir las tareas diarias en una actividad algo más estimulante para alumnos y docentes. "Estamos muy ilusionados con los resultados del primer piloto. Hemos probado el método durante doce semanas y hemos observado cambios positivos", explica la coordinadora del proyecto, Susana Rodríguez.

Cinco simples variaciones son el secreto del éxito del proyecto. En primer lugar, se pidió a los maestros cambiar la periodicidad de los deberes, de diaria a semanal, con el fin de facilitar la organización de los alumnos. "Se mandan el lunes o el martes y se corrigen el lunes o el martes de la semana siguiente. De esta forma, pueden colocar los ejercicios a lo largo de la semana en función de sus huecos", expone la investigadora.

El segundo paso consiste en que los docentes varíen la naturaleza de los ejercicios que mandan para casa, en favor de aquellos deberes de un carácter mas creativo. "Se pedía sobre todo que no fuesen todos ejercicios de repetir lo visto en clase, sino más bien de pensar, de ordenar ideas, de seleccionar lo importante", señala Susana Rodríguez. Una tercera pauta reside en cómo identifican las tareas. "Se trata de que los deberes tengan un nombre cognitivo: en lugar de referirnos al ejercicio cuatro de la página 23, podemos referirnos a él como el ejercicio de comentar, el de pensar... Es un recurso para organizarse mejor", argumenta la responsable del proyecto.

El paso cuatro propone a los docentes explicar a la clase la utilidad del ejercicio y el porqué de prescribir esa tarea para casa y no otra. Por último, se pide a los profesores introducir cambios en la corrección para que esta se torne más personalizada, como relata la investigadora: "Se trata de corregir todos los ejercicios en alto en clase, o de hacerlo de forma personalizada con cada alumno, incluyendo sus puntos débiles pero recalcando también lo que se hace bien".

Un experimento que empieza a dar sus frutos y para cuya continuidad los integrantes del grupo buscan a docentes de 5º y 6º de Primaria que quieran desarrollarlo en las aulas de sus centros. Los resultados preliminares arrojan una serie de cambios significativos, bien en el aumento del tiempo que los niños dedican a sus tareas, en la percepción de utilidad de las mismas o bien en la propia implicación emocional de los escolares con el centro. "No solo se están organizando mejor, sino que hay un cambio en la parte emocional. Están más felices en el colegio, más satisfechos. Es una forma de que se impliquen y se atrevan a tomar decisiones", apunta Susana Rodríguez.