Comprar en tiendas de segunda mano puede ser, además de un práctica sostenible, toda una caja de sorpresas. Cada prenda tiene su historia y puede guardar huellas en su interior. Así lo constató la compradora de una pantalón vaquero en un nuevo local de ropa vintage del centro. Metió la mano en el bolsillo y encontró un billete intacto de 2.000 pesetas de 1992. Solo le quedan 4.000 para el güisqui de Cañita.