Más de 40 años dedicándose a la pintura, y toda una vida dibujando. Así se presenta Ramón Manzano, el consagrado artista coruñés cuyas obras estarán expuestas en la galería de la Marina hasta el día 8 de diciembre.

¿Qué encontraremos en su exposición?

Hay obras de los años 70 y de los años 80, y sobre todo del siglo veintiuno. Gran parte de la muestra es pintura fantástica, con personajes extraños y de otra época en mundos oscuros y con recargadas vestimentas. Pero también hay obras sacadas del natural, del cuerpo humano, motivos de libros antiguos y bodegones de los años 70.

Su pintura es muy diversa. ¿Tiene alguna preferencia?

Lo que más me gusta pintar es el rostro humano, el captar la psicología, la personalidad...

¿De dónde surge esa atmósfera oscura de sus cuadros?

La gente hoy no hace más que pintar y poner más y más color. A mí el color no me interesa. Me interesa la luz, como Caravaggio. Mis cuadros son oscuros, pero tienen mucha luz. Si me pides una explicación a esta forma de pintar, no la tengo. Eso es algo que sale de uno mismo, de la forma de aplicar el color y pintar la luz.

¿Alguna obra de su muestra a la que guarde especial cariño?

Hace 40 años que pinto en óleo, pero llevo dibujando toda la vida. En la exposición hay algo muy especial. Se trata de un dibujo que hice sobre una foto antigua en la que salía mi tía abuela, y que fue elogiado por Antonio López hace dos años, cuando lo mandé al certamen de Gregorio Peñas, en el que él era presidente del jurado.

Habla con mucho cariño del arte del dibujo.

Lo mío era dibujar, nunca pensé en ser pintor. Pero probé el óleo, y el óleo te domina. Es verdad que el dibujo no se vende y que los galeristas quieren pintura al óleo y acrílico, pero el dibujo tiene algo muy especial.

¿En qué momento se encuentra ahora como artista?

Pasé por etapas fantásticas, pero la crisis del 2008 me afectó mucho. Mi pintura no es una pintura que guste a todo el mundo. No se entiende al primer vistazo. O te gusta o no te gusta, no deja a nadie indiferente, y los galeristas van al pintor que más vende. Hace 50 años se apostaba por el pintor de valía, por el que tenía talento, creatividad, genio. Hoy se busca la venta, no el trabajo detrás del cuadro. Llevo once años muy parado, aunque sigo vendiendo cosas, pero no hay la misma alegría de antes. A día de hoy, o pintas a tu manera y pierdes, o pintas para vender.

¿Qué es lo que valora más en su pintura?

Tengo dos formas de trabajar: de forma espontánea, o de forma reflexiva. Pero lo que más me interesa al final es dar a conocer mi trabajo por mi esfuerzo, no por la parte económica. Las ventas son importantes, porque son un apoyo moral. La parte espiritual del cuadro es más importante. Hay que cuidarlo, hay que desarrollarlo. Eso intento hacer. Cuando yo desaparezca de este mundo, quedará mi obra, y nadie preguntará sobre lo que costaban mis cuadros.