Las actuaciones municipales para dar protección a la ciudadanía contra la contaminación acústica, lumínica y atmosférica en zonas urbanas son objeto de una actuación relativamente menor: dos funcionarios adscritos al servicio y 115.326 euros invertidos en 2017 para 39 kilómetros cuadrados de terreno urbano. Sin embargo, el portavoz de Adega Coruña, Amancio Sotillo, pide reducir y rediseñar otros gastos para afectar a las raíces de la contaminación, más que nuevos proyectos o planes de inversión para paliar las consecuencias.

Es el caso de la contaminación atmosférica, quizás la que mejor comprende la ciudadanía y que, según el ecologista, tiene que afrontarse rediseñando el modo en que los coruñeses se desplazan. Según señala Sotillo, A Coruña tiene una situación "privilegiada", pues al estar rodeada por tres lados por el mar y con vientos constantes, la contaminación sale de la ciudad y no se acumula. Aún así considera que los vientos pueden agravar los problemas de contaminación en algunos casos, como prueban, en su opinión, las quejas del olor a gas que proviene de la refinería y que afectan hasta a Monte Alto.

Aún así, el problema con la calidad del aire de la ciudad es "importantísimo" debido al volumen de vehículos que circulan por A Coruña, "una ciudad pequeña en la que el tráfico genera niveles de contaminación puntuales pero excesivos". En este aspecto, lo "fundamental" sería limitar el volumen de tráfico. En especial, considera crucial disminuir el número de vehículos privados, a través del fomento del transporte público interurbano, pues los coches generan polución aunque se disperse y los vecinos no lo perciban; sería el caso, por ejemplo, de Alfonso Molina una zona muy abierta. Sotillo también celebra que hayan disminuido las descargas de cereal y carbón en el puerto interior, pues han contribuido a mejorar la calidad del aire.

El tráfico "es tremendo' a la hora de generar ruidos, que resultan perniciosos tanto para el ser humano como para otras especies ciudadanas, si bien considera que la ciudadanía no está tan mentalizada a la hora de percibir como perniciosas las contaminaciones acústica y lumínica. "No tenemos una sociedad que esté mentalizada en este tipo de contaminación", y pese a ser algo que se padece a diario, hablar de ella al ciudadano de a pie resulta "un poco chocante". El otro gran foco de contaminación acústica lo sitúa en las zonas de ocio nocturno de la ciudad.