El catedrático de la Escuela de Caminos de la Universidade da Coruña Jordi Delgado Martín estudia las cianobacterias y cuáles son los factores que favorecen su floración. El informe previo a la redacción del próximo Plan Hidrológico apunta a que la aparición masiva de estos organismos podría limitar o impedir los usos, tanto lúdicos como de suministro de agua, de los embalses y pone el foco sobre Cecebre.

¿Qué son las cianobacterias y por qué ahora proliferan más que en años anteriores?

Las cianobacterias son unos organismos muy simples, unas algas unicelulares y son de los organismos vivos más antiguos de la Tierra. Como han tenido un vida tan prolongada, tienen unas condiciones de adaptabilidad extraordinarias, se adaptan, prácticamente, a cualquier medio de la Tierra, condiciones frías, cálidas, las hay en aguas continentales, en los océanos... Están siempre presentes. La mayor parte de las veces no les prestamos atención y solo nos damos cuenta de que están cuando florecen de forma desmesurada.

¿Son peligrosas?

Son seres vivos, convivimos con ellos y nosotros también estamos adaptados a sus condiciones, pero no vivimos entre algas. Cuando están cerca del agua cambian sus características. A veces se habla de contaminación, pero son seres vivos naturales, otra cosa es que pueda haber procesos que no son naturales que puedan cambiar su abundancia, pero también hay condiciones ambientales. En los embalses que tenemos alrededor siempre han estado. Los años que no hablamos de las cianobacterias no es que no haya, es que su floración es discreta.

¿Cómo se distinguen?

Se pone el agua de color verde por la clorofila. Cuando han crecido mucho las vemos. Si aceptamos que estas algas son naturales, hay una dinámica que hace que los sistemas vayan cambiando con el tiempo, pero, a veces, podemos tener alteraciones en la dinámica natural, perturbaciones relacionadas con cambios meteorológicos, climáticos o que haya un aporte extraordinario de los nutrientes. Cuando hay un aporte de nutrientes superior al normal, estas algas encuentran un entorno de desarrollo adecuado y crecen mucho. El crecimiento más importante o menos en una masa de agua depende de que tengan alimento, de sus nutrientes, y que se den unas condiciones adecuadas. Los nutrientes más importantes para cualquier alga son el nitrógeno y el fósforo, que normalmente acompañan al agua en unas proporciones bajas. Pero estas algas se han adaptado a lo largo de los años a condiciones en las que los nutrientes son escasos. En esa misma situación, otras familias de algas desaparecen, se mueren. Cuando hay un pequeño cambio en la cantidad de nutrientes, como no tienen competencia, se desarrollan de manera extraordinaria. De ahí su éxito.

¿De qué depende, por ejemplo en el embalse de Cecebre, que cambien los nutrientes?

Hablamos de compuestos muy básicos, nitrógeno y fósforo, están presentes en cualquier sustancia orgánica, desde las plantas a los residuos que echamos por el retrete. El nitrógeno y el fósforo son muy abundantes en el medio. El nitrógeno, además, está en el aire y en el suelo hay una cantidad de fósforo disponible siempre. Cuando llueve, una parte de ese fósforo va a los ríos y de los ríos a los embalses. Si hay un incendio forestal, por ejemplo, las cenizas incorporan nitrógeno y fósforo. Es muy frecuente que, después de un incendio forestal, haya episodios de eclosión de cianobacterias porque hay un exceso de nutrientes. Otra forma de aportar nutrientes a una cuenca se da cuando llegan aguas residuales a un río, pueden ser de personas, de animales o de fabricación de alimentos. Si se dan las condiciones, puede haber una eclosión de cianobacterias.

Augas de Galicia propone paliar estos episodios en varias ubicaciones, entre ellas, el embalse de Cecebre para evitar que afecte a los usos del agua.

Evitar que haya floración de cianobacterias, a día de hoy, es muy difícil, diría imposible, pero vamos a dejarlo en muy difícil. Hace unos seis o siete años participamos en un estudio a nivel europeo a lo largo de todo el continente, desde Suecia hasta España, en todas las latitudes había problemas de cianobacterias al mismo tiempo, porque fue el mismo verano. Es un problema global. Es un poco arrogante pensar que podemos corregir a la naturaleza, otra cosa es que pensemos en los usos del agua. La función principal del agua de Cecebre es el abastecimiento. Lo que se puede dar es que el agua que sirve para abastecer a la población no tenga la calidad adecuada. Y en eso está el programa de control de la Xunta, Sanidade por un lado y Augas de Galicia, por el otro.

¿Y cómo se puede corregir?

Primero, lo que tenemos que hacer es entender los mecanismos que desencadenan esta situación. A día de hoy no hay una explicación única de por qué se producen estas eclosiones. Toda la gente que está trabajando en el estudio de aguas continentales está intentando averiguar cuáles son los mecanismos que las desencadenan. En el estudio que hicimos vimos que había un control importante de la temperatura. Hay gente que piensa que, cuanto más alta sea la temperatura, más eclosión, pero no es así. Las cianobacterias tienen un óptimo para desarrollarse que es mayor que en las otras especies. Cuando hicimos este estudio, la temperatura que teníamos en España era superior a la de Suecia, pero la floración fue mayor en Suecia que en España. El óptimo está en función de la temperatura del medio. Es una relación compleja. Lo que tenemos que hacer es aprender, investigar más. Si hay masas de agua sensibles, como Cecebre, hay que someterlas a controles periódicos. Son controles definidos en función de la floración, primero más espaciados y, cuando se detectan indicios de floración, más habituales. Cuando una cianobacteria se descompone suelta sustancias químicas que pueden ser tóxicas para animales y personas. Cuando se detecta esa sustancia, para evitar que pase a la cadena de distribución, se tratan las aguas.