"Normalmente los profesores no estamos preparados", afirma Carlos Freire, docente de Educación Social en la Facultad de Ciencias de la Educación, acerca de la presencia en las aulas de alumnos con diversidad funcional, ya que es "poco frecuente y algo novedoso", aunque admite que en los últimos años empieza a haber más. La primera reacción es de "miedo asociado al desconocimiento" y de pensar cómo pueden hacer para que sus clases puedan ser aprovechadas por estos estudiantes.

Según su experiencia, la labor de la Unidad de Atención a la Diversidad "facilita mucho la labor de los docentes porque nos envía un informe con la casuística de cada persona y nos sugiere adaptaciones que se pueden llevar a cabo". Freire tiene en su clase a Rodrigo Mera, un estudiante sordo, para cuya enseñanza ha contado con el apoyo de la unidad para subtitular los vídeos sobre los que los alumnos deben hacer trabajos. "También es una gran ayuda el que pueda disponer en clase de una intérprete de lengua de signos, ya que se pone a mi lado y va traduciendo lo que voy explicando", añade. "Es cierto que las dos primeras clases es algo novedoso y que descentra un poco, pero uno se adapta rápidamente", comenta sobre la actividad de la intérprete.

Aprendizaje

"La parte positiva de esto no es solo que nos adaptamos a que Rodrigo pueda acceder al aprendizaje, sino que nosotros también aprendemos muchísimo de él, tanto el alumnado como el profesorado", resalta Freire, para quien su experiencia con este alumno le ha permitido ver "el gran potencial que tiene, a lo mejor mucho mayor que el de una persona que no tiene deficiencia auditiva". Para ello destaca que "a nivel visual percibe muchos detalles" y vaticina que "va a ser un gran educador social porque tiene unas cualidades personales maravillosas, como una gran sensibilidad social para captar problemas".

"Tenemos que saber flexibilizar nuestras características como docentes para llegar a cada uno de nuestros alumnos", afirma este profesor, para quien la discapacidad es solo una más de las situaciones que se pueden plantear en un aula. "Lo que estoy percibiendo es que existe una mayor apertura del profesorado a aprender qué puede hacer para facilitar el aprendizaje a alumnos que no pueden seguir las clases con el formato que habían planificado", destaca.

Para respaldar esta afirmación señala que los cursos de formación sobre atención a la diversidad tienen un seguimiento alto y la unidad de la Universidade da Coruña es "muy receptiva" a las dudas que se le plantean. Freire ya ha tenido más alumnos con diversidad y ha comprobado que sus experiencias han animado a otros a seguir este tipo de estudios. "Funcionamos mucho en base a nuestros miedos, y si veo que alguien similar a mí lo puede conseguir, me da confianza", explica sobre la reacción de estas personas, por lo que aprecia un mayor interés entre personas con diversidad funcional por adquirir formación del nivel universitario.