Un micromundo se esconde tras las puertas del Citeec. Es difícil imaginar que en el interior de lo que aparentemente es un edificio más del campus, se oculta una enorme superficie en la que caben once laboratorios dotados de un equipamiento único en Galicia y, en muchas ocasiones, incluso a nivel nacional.

En el centro se realizan ensayos a escala de los más diversos experimentos. De sus laboratorios equipados con enormes túneles de viento salen ensayos que prueban la resistencia al viento de puentes, vehículos y hasta paneles solares. El comportamiento ante el fenómeno del puente del estrecho de Mesina, que unirá Sicilia con la península italiana, se estudió en sus instalaciones, entre muchos otros. "Hay túneles de viento aeroelásticos y de capa límite. En el primero vemos la acción del viento en una estructura sin tener en cuenta el suelo, como puentes colgantes. Los otros estudian el efecto del viento sobre objetos en el terreno, como un coche de Fórmula 1", expone el coordinador del centro, Juan Rabuñal.

En una ciudad abierta al mar como es A Coruña, nadie duda de la importancia de saber anticiparse al oleaje y a los grandes temporales. Para ello se preparan en el laboratorio de puertos y costas. Diques, dársenas, playas y puertos son objeto de ensayo de este área. En la dársena de experimentación construyen y destruyen diques sumergidos y flotantes, y se observa la influencia del oleaje en barcos a escala mediante sistemas de generación de oleaje 3D. "Podemos decidir la inclinación del oleaje. Usamos cubos de diferentes formas y colores que se colocan protegiendo el dique y analizamos el daño tras una batida de varios ciclos de oleaje", explica Rabuñal.

El comportamiento de punta Langosteira es un viejo conocido de estudio, así como los puertos de Omán y Barcelona. "Se replica el oleaje a escala de lo que ocurre en la realidad en el sitio que queremos ensayar. Por ejemplo, en Barcelona se replica el oleaje del Mediterráneo", expone el investigador. Algunos ensayos se realizan, incluso, por triplicado: en el laboratorio, a través de sistemas de ordenador y hasta en la vida real. "Cada vez que va un barco a Langosteira, nos subimos con equipos para ver cómo se mueve. Nos sirve para ver si nuestro modelo representa bien la realidad, y con los datos vamos ajustando", explica otro de los investigadores, Félix Sánchez-Tembleque.

En el laboratorio de construcción, paradójicamente, se destruye. Una enorme losa de carga soporta, a modo de suelo, las enormes cargas que se aplican sobre las estructuras para probar su resistencia. El elemento singular lo pone un muro de reacción único en España, que posibilita ensayos hasta ahora inalcanzables a nivel nacional. "Lo utilizamos para probar la resistencia de vigas y otras estructuras, que llevamos a rotura o fatiga, como cuando estamos en un puente y pasan coches durante mucho tiempo, eso son acciones de fatiga", explica Sánchez-Tembleque. La joya del laboratorio es, sin embargo, una megaprensa de 1.500 toneladas de fuerza única en España.

Es difícil a priori saber de dónde viene el agua que consumimos en nuestros hogares. Una recreación a escala de todo el sistema de abastecimiento de la ciudad que corona el laboratorio de hidráulica ayuda a hacerse una idea. Una colaboración con Emalcsa dio a luz al llamado proyecto Medusa, que permite observar desde arriba la presa de Cecebre, con su cuenca y aliviadero, las tuberías, ejemplos de contadores de viviendas e incluso los depósitos de Monte Alto, Eirís y Alvedro, que aparecen a escala en un instrumento aún por estrenar.

El microcosmos del Citeec culmina en el laboratorio de ingeniería sanitaria, que se encarga del ensayo de los procesos de depuración de aguas residuales, una labor que contribuye a recuperar los ecosistemas acuáticos.