Las obras quedan, sus autores se van. El legado arquitectónico que deja en la ciudad Andrés Fernández-Albalat Lois, fallecido el domingo a los 95 años, representa la singularidad de una arquitectura contemporánea concebida para dar servicio a la sociedad en su conjunto, desde el ámbito académico al industrial pasando por el cultural y el deportivo. Es la visión de una profesión que "no pierde de vista el humanismo", recordaba ayer la Real Academia Galega en un texto que lamentaba la pérdida de Albalat, miembro de su institución desde 1999.

"Hoy los arquitectos gallegos nos sentimos huérfanos. Tenemos una deuda permanente con Albalat, un precursor de la modernidad en Galicia, decano fundador de nuestro colegio, que sentó las bases de la relevancia profesional, social y cultural de nuestra entidad", destacó en otro comunicado la decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Elena Ampudia. La entidad otorgó en 2013 a Albalat su Premio Especial a la Trayectoria Profesional.

El arquitecto coruñés dejó su huella en algunos de los edificios de la ciudad que mejor reflejan la importancia de las construcciones industriales. Ahí están, en el margen derecho de la avenida Alfonso Molina al salir de A Coruña, la fábrica y las oficinas de Coca-Cola, concluidas en 1960, y el reconocible concesionario de Seat, del año 1964, dos obras de nivel de protección II o estructural; o el Centro de Cálculo y Servicios de la antigua Caixa Galicia (1979-1983) en el polígono de Pocomaco.

Albalat diseñó el edificio comercial que durante muchos años fue concesionario de Citroën, en la esquina de la ronda de Outeiro y la avenida de Oza, que perdió la protección estructural en el plan general de 2013. Y llevan su sello inmuebles de ámbito cultural y recreativo como el Conservatorio Profesional de Música (1985) y la sede de la Sociedad Deportiva Hípica (1967), y la facultad de Ciencias de la Educación en el Campus de Elviña, de 1993.

La condición de referente de la arquitectura moderna de la comunidad y del país que ha alcanzado la obra de Albalat se debe también a obras de las que Galicia presume, como la fábrica de Sargadelos en Cervo, la restauración de la casa de Rosalía de Castro en Padrón, la rehabilitación del castillo de Monterrei, las viviendas subvencionadas de pescadores en Fontán (Sada), la piscina cubierta de Santa Isabel y el estadio San Lázaro en Santiago. En A Coruña también fue autor de viviendas en el Barrio de las Flores y del convento de Padres Pasionistas en Santa Gema. Su proyecto más ambicioso, que resultó fallido, fue la Ciudad de las Rías, anunciado en 1968, que pretendía reestructurar el asentamiento de la población entre la ciudad y Ferrol con nuevos núcleos unidos mediante modernas comunicaciones.

Andrés Fernández-Albalat nació en 1924 en la plaza de María Pita y obtuvo el título de arquitecto en Madrid en 1956. En una entrevista de hace seis años admitía que no pensaba jubilarse. "Solo pido a Dios tener bien la cabeza, y la manera de no perderla es utilizarla", decía. Falleció el domingo a los 95 años, ayer fue incinerado y hoy se oficiará una misa de funeral a las 13.00 horas en la iglesia de los Dominicos.