La conexión de Meirama con Cecebre pierde urgencia para las dos administraciones que, en 2012, llegaron a un acuerdo para el futuro suministro de agua desde el lago creado en la antigua mina de carbón a la presa que nutre a A Coruña y la comarca. Tras formalizarse el deslinde recientemente, Augas de Galicia señala que su parte del trabajo está hecho y que es Emalcsa quien "tiene que decidir si quiere completar la obra". La empresa municipal indica que se "estudiará", no renuncia a ella pero señala que lo "primordial" es el "control de calidad del agua" del lago y los usos del entorno, competencias de la Xunta.

El proyecto se remonta a 2012, cuando los populares Carlos Negreira y Agustín Hernández, uno al frente de la Alcaldía y el otro al frente de la Consellería de Medio Ambiente, presentaron un acuerdo para desarrollar la conexión, con un coste de diez millones de euros. Llevaba aparejada además la puesta en marcha de una minicentral eléctrica. La Xunta completó la primera fase, la toma de agua en Meirama, de donde partiría la conducción de 1,5 kilómetros hasta Cecebre. Esperaban que todo estuviese culminado en 2015 para "garantizar el futuro" del suministro de la comarca.

La Xunta y el Concello veían necesario abordar este proyecto de elevado presupuesto, incluso en un contexto de crisis como aquel, por el plan de abastecimiento de Galicia de 2010, que preveía la necesidad de aumentar el suministro por un posible crecimiento de la población y los desarrollos industriales. Los responsables políticos aseguraban que los análisis del agua la certificaban como "prepotable" y que los usos de actividades de ocio previstos en el lago, siete veces mayor que Cecebre, eran compatibles con su consumo.

Los plazos para el proyecto ya son otros ahora. No fue hasta 2019 que Emalcsa incluyó la redacción del diseño de la conducción en su plan de inversiones. En las inversiones previstas para 2020 y aprobadas en el Consejo de la empresa municipal antes de finalizar 2019, la obra, a la que no se renuncia, sigue en fase de proyecto. "Lo estudiaremos pero lo primordial ahora mismo es el nivel de control de la calidad de las aguas y los usos que se den en el entorno, que deben protegerse", comentan fuentes de Emalcsa, sobre dos cuestiones que son competencia directa de Augas de Galicia.

Tras resolverse el deslinde y convertir el lago en dominio público hidráulico en manos de la Xunta, se abre la posibilidad de que Augas concesione la balsa y se la entregue a Emalcsa, que ya gestiona Cecebre. Preguntado por esta posibilidad, el Gobierno autonómico indica que Augas realizó, durante la fase de llenado (2013), la primera parte de la obra, "que permitiría la regulación de una parte del volumen del lago, con vistas a posibilitar el refuerzo de Cecebre".

Como esta primera parte "fue asumida por la Xunta", desde la Consellería de Medio Ambiente, dejan el balón en el tejado de Emalcsa, "quien debe decidir si quiere completar la obra y así propiciar ese refuerzo al servicio de abastecimiento de A Coruña y su área".

La polémica minicentral

La urgencia de este proyecto de diez millones en 2012, que se pretendía culminar en tres años, no estuvo exenta de polémica. El proyecto acordado por ambas partes incluía una minicentral eléctrica de la que el alcalde Carlos Negreira y su equipo dijeron no tener noticias.

El grupo municipal del BNG le acusaba entonces de "volver a engañar a la ciudadanía" sobre esta iniciativa, que a su juicio era la única justificación de la conexión del embalse con el lago artificial de Meirama.

Los nacionalistas recordaban que la Consellería de Medio Ambiente había aprobado la evaluación ambiental del proyecto de instalación de una línea eléctrica entre la red de Unión Fenosa y la generadora que Minicentrales Eléctricas de Galicia pretendía construir en el embalse de Cecebre. Para el BNG, el alcalde demostraba falta de "vergüenza y responsabilidad" por manifestar que desconocía la existencia de esta iniciativa, en la que destacaba que la empresa promotora estaba participada al 60% por el Grupo Fergo, donde, destacaban, poseía intereses la ex edil popular de Cultura, Ana Fernández.