Los paseos por el centro de los coruñeses suelen confluir en un mismo lugar. Antes de tomar algo en María Pita, o de relajarse por la zona de los vinos, son muchos los que dejan aflorar su espíritu de aventura, que tiene desde hace casi dos décadas su hogar en Riego de Agua. En el número 17 de la calle, custodiado por un monstruo de Frankenstein de rostro apesadumbrado, se alza un local en el que todo tiene más de una vida. El Baúl de los Recuerdos, dedicado a la compra-venta de cultura, los convierte por unas horas en auténticos exploradores, para los que la tienda siempre oculta un tesoro en forma de tebeos, libros o discos de segunda mano.

A partir de este 1 de marzo, sin embargo, los aficionados tendrán que variar su ruta. El icónico local ha decidido empacar y abrir capítulo con otro decorado, que latirá en el número 16 de la misma la vía desde el día del cierre. Cuenta el dueño, Fernando López, que no tendrá "los problemas de luz y escalones" del viejo, pero sí "el mismo espíritu". Tratará de llevarse algunos de los sellos de la tienda, como el rótulo que le pintó hace 17 años un artista de la feria medieval, en unos inicios en los que todavía algún despistado entraba creyendo que era El Baúl de la Abuela.

Para despedirse de esas memorias, el establecimiento ya está en preparativos. Desde este viernes empapelan su escaparate varios carteles de descuentos, con los que la tienda busca reducir la ingente cantidad de materiales que almacena. Entre cómics, libros de jardinería, guías y clásicos de Juan Ramón Jiménez o Irving Shulman, los empleados estiman que se acumulan "más de 10.000" publicaciones. Buceando en sus estanterías han estado artistas como Loquillo, que "se llevó un tomo de tatuajes", así como distintas personalidades políticas, que tendrán que adaptar sus coordenadas de rastreo a la organización del nuevo local.