El abandono afea el entorno urbano: un rincón, una plaza, una calle, un barrio entero. No hay zona en la ciudad que no tenga algún solar vacío con escombros o un edificio en ruinas desde hace años, décadas incluso, tiempo sin precisar. El Ayuntamiento es conocedor de las construcciones o superficies en estado ruinoso o de abandono que hay en A Coruña, unas encajonadas entre inmuebles, otras apartadas, casi todas con vegetación, humedad, residuos e insectos y roedores que se mueven a sus anchas, algunas okupadas. Hasta 2016 el Concello contabilizó 452 edificios vinculados al uso residencial en esta situación, según recogió un informe que encargó a un arquitecto. Tres años después el mismo profesional volvió a realizar un estudio detallado que, de acuerdo con los datos preliminares, arroja la cifra de 373 inmuebles abandonados, un 17% menos.

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De Monte Alto a Palavea, de Visma a Os Castros, prácticamente todas las zonas de la ciudad están manchadas por el feísmo de la ruina y el abandono del ladrillo. El informe municipal agrupa barrios y localiza el mayor número de edificios deteriorados y sin uso en el círculo que incluye Os Castros, A Gaiteira, Monelos, Eirís y As Xubias, con un total de 122. Le sigue el área que abarcan Monte Alto, Atochas, Ciudad Vieja, Orzán y Pescadería con 106. La cifra se reduce de forma considerable en otras cuatro zonas urbanas: Ensanche, A Falperra, Juan Flórez, Sagrada Familia, Os Mallos, A Sardiñeira y Cuatro Caminos tienen 45 inmuebles abandonados; A Silva, A Moura, Cances, San Xosé y Nostián, 40; Labañou, San Roque de Afuera, Ciudad Escolar, Visma, Ciudad Jardín y Agra do Orzán suman 33; y Agrela, O Birloque, Martinete, Elviña, A Zapateira y Palavea, 27.

Los vecinos que residen o trabajan en zonas donde el abandono castiga el paisaje urbano conviven como pueden con los problemas causados por la suciedad e insalubridad o la okupación. No son pocos los que a lo largo de los años se han quejado al Concello por la falta de soluciones para acabar con las ruinas de sus barrios o para regenerar zonas deterioradas. Pero la voluntad por limpiar la apariencia de los puntos negros del urbanismo coruñés se tropieza unas veces con la catalogación que protege algunos inmuebles, por muy ruinosos que estén, y otras veces con los particulares o bancos que tienen en propiedad esos edificios de los que no se quieren desprender. La Xunta, a través del programa Rexurbe, pretende delimitar una zona del barrio de Pescadería para invertir este año un millón de euros con los que adquirir edificios degradados para rehabilitarlos y recuperar su uso residencial.