En enero de 2010 hacía solo medio año que la Torre de Hércules había sido incluida en el patrimonio de la humanidad de la Unesco, por lo que cuando el Concello elaboró su plan director de turismo trató de rentabilizar ese logro con la explotación comercial de la imagen del faro. Para ello planteó la puesta en marcha de diferentes acciones en este sentido, como la elaboración de productos publicitarios que reprodujeran la Torre, así como organizar un acontecimiento lúdico-deportivo denominado Las doce tareas de Hércules.

La primera de las iniciativas se marcaba el objetivo de recaudar 700.000 euros mediante la venta de llaveros, mecheros o postales en puntos informativos, museos y el propio faro. La segunda, que nunca llegó a llevarse a cabo, pretendía obtener 5,2 millones mediante una propuesta para niños y jóvenes procedentes inicialmente de Galicia y comunidades cercanas y que se desarrollaría durante tres días, con el objetivo de que también acudieran sus familiares.