Cuando en el reloj de Puerta del Sol de Madrid acabaron de sonar las doce campanadas que recibían 2020, el calendario del viejo Casio del informático coruñés Jose Calvo regresó a 1980, año en el que su dueño ni siquiera había nacido.

El reloj que le había regalado su abuelo a principios de los noventa, uno de los primeros digitales, volvió al pasado, pero a él no le cogió por sorpresa porque su afán aventurero ya le había llevado a descubrir siendo niño que el calendario de su Casio tenía una fecha límite.

"Sabía que iba a pasar. De pequeño, cuando me regalaron el reloj, me gustaba imaginar que viajaba al futuro configurándolo en fechas distintas. En algún momento, me di cuenta de que no podía 'viajar' más allá de 2019, así que de alguna manera era una fecha mágica desde hace tiempo", confiesa a EFE.

Ya no podrá hacer viajes al futuro con su Casio, que se ha quedado anclado al pasado, al lapso entre el 1 de enero de 1980 y el 31 de diciembre de 2019, pero que volverá a la muñeca de Jose porque, tras haberle acompañado casi toda la vida, su dueño ya ha dado con la tecla para poder usarlo sin que pierda totalmente la vigencia.

"Lo guardaré, pero lo seguiré usando de vez en cuando porque tiene un valor sentimental muy alto para mí. Ahora está en 1992 porque es el primer año bisiesto en el que el día1 de enero caía en miércoles. De esta forma, mantiene correctamente el día de la semana. Y del año en el que se vive siempre es más fácil acordarse", matiza entre risas.

La casualidad ha querido que su Casio vuelva a estar en el año en el que se lo regaló su abuelo cuando él cumplió diez, hace ahora 28.

"No sé exactamente cuándo lo compró mi abuelo, pero debió de ser como cuatro o cinco años antes y por lo que he buscado le debió de costar sobre cinco mil pesetas (30 euros), aunque es un dato que no tengo confirmado. Fue mi primer reloj y el que me ha acompañado toda la vida", explica.

El paso del tiempo se nota en su Casio, que ha sobrevivido más que otros relojes con los que ha compartido muñeca.

"Tengo otros y algunos se han estropeado por el camino, pero este siempre ha estado ahí, resistiendo la dura vida que le puede dar un niño que lo llevaba siempre puesto. Posteriormente, hubo épocas en las que lo ponía más y otras menos. Ahora, con la moda vintage estos modelos vuelven a estar de actualidad", asegura.

Lejos de molestarse porque su reloj ya no viva en el presente sino en el pasado, Jose lo entiende: "Hay que tener en cuenta que es bastante antiguo, de los primeros digitales que llegaron a España".

"En esa época, los sistemas operativos de los ordenadores mantenían la fecha solo con dos dígitos y después hubo que actualizarlos o parchearlos para evitar el efecto 2000, así que en realidad es un mérito de Casio el haberle cargado 20 años más de calendario. Supongo que los ingenieros ni se imaginaban que ese diseño iba a durar 40 años", justifica.

Aunque ahora se hable tanto de la obsolescencia programada de la tecnología, el caso del reloj de este informático coruñés queda al margen.

"Es un problema actual sobre el que la Unión Europea está tomando conciencia e intentando evitarlo y no creo que este caso sea exactamente eso. Una cosa es que, por ejemplo, una marca de impresoras limite por programación el número de impresiones que puede hacer y otra cosa es lo que le ha pasado al reloj", afirma.

"Cuando se diseñó -abunda sobre su Casio-, la memoria era un bien escaso y caro, así que para hacer relojes de ese precio y competir con los mucho más caros suizos se tuvieron que romper mucho la cabeza en el diseño. A la vista está que el reloj que hicieron es de calidad con todo lo que ha durado".

"Sospecho que si se lo preguntásemos a los ingenieros de Casio no darían crédito. A día de hoy tienen relojes con calendario perpetuo que seguro que durarán más que este. En cambio, no creo que pase eso con los nuevos smartwatch (relojes inteligentes), que seguramente sí se verán afectados por la obsolescencia programada", advierte Jose.

Su Casio está de vuelta a 1992, el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Expo de Sevilla, y, aunque tenía los días contados (por su calendario), sigue dando la hora en 2020.