Los tiempos cambian, el mercado avanza y el comercio evoluciona. Hasta hace unos años, costaba imaginarse una tienda sin mostrador, caja registradora o probadores. A día de hoy, lo difícil es pensar en un negocio que no se publicite en redes, disponga de sede online o cuente con la figura del community manager.

Todos estos movimientos de mercado y factores como el desarrollo masivo de internet, la subida del precio de los alquileres y las largas jornadas de trabajo que implican para los propietarios el mantener a flote un negocio a pie de calle, han provocado un fenómeno en los últimos años: el de las tiendas físicas que van renunciando a su espacio en las calles para concentrar todos sus esfuerzos en la venta en plataformas digitales.

Es el caso de la propietaria de Mina Shop, Sara Rey, que se pasó definitivamente a la venta en la nube hace poco. Para ella, a la pretensión de evitar costes se unió una cuestión de comodidad. "La tienda física implica unos gastos de luz, alquiler y todo eso. Además, no quería verme tan encerrada en la tienda", explica. Pese a que la tienda online ya funcionaba antes del cierre del establecimiento, la dedicación exclusiva a la plataforma permitió a Sara Rey la posibilidad de abrirse a un nuevo mercado y una nueva clientela. "Ahora hago envíos a nivel nacional. Lo importante es trabajar en tener seguidores en redes", revela.

No se le escapa que el llevar una buena estrategia en redes es casi lo más importante cuando se trabaja con este modelo de negocio. La actualización constante y la forma en la que el producto se muestra al mundo a través de la red son, a día de hoy, un escaparate imprescindible. "En Instagram tienes que aportar contenido todos los días", explica. En el mismo sentido que ella han obrado los miembros del taller de prendas de piel Manolo Cremallera y la propietaria del estudio Maow Design, Lydia González, que cedieron sus espacios físicos en pos de construir para sí mismos unos ambientes de trabajo más cómodos.

También hay, no obstante, quien todavía recorre el camino a la inversa a lo que parece posicionarse como el proceso natural. Así lo han hecho Alejandra Pérez, de la tienda de productos artesanos Mie Moe, y la propietaria del local de cosmética orgánica Lily&White, Mara Esmorís, cuyos negocios online les dieron la oportunidad de dar el salto a los espacios físicos.