Hasta los típicos callos de los domingos en la zona de Riazor se volvieron ayer un codiciado artículo sobre las 14.30 horas, cuando los locales de hostelería del entorno del estadio se vieron desbordados por la enorme afluencia de aficionados. Similar fue la pugna por plazas de aparcamiento, que llevó a muchos conductores a ocupar aceras y a despertar los consiguientes enfados de vecinos y transeúntes.