Las autoridades españolas tratan de que la repatriación del cadáver del coruñés Diego Bello Lafuente, muerto por la policía de Filipinas el pasado día 7, se produzca esta semana, según informó ayer a sus familiares en una reunión el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada.

El delegado les transmitió su pésame y les explicó que el Gobierno agiliza los trámites administrativos necesarios para el traslado del cuerpo e intenta obtener información sobre las circunstancias en las que ocurrió la muerte del joven coruñés, que poseía un negocio turístico en la localidad de General Luna, situada en la isla de Siargao.

La policía filipina informó que Bello fue abatido en el transcurso de una operación contra el tráfico de drogas y que los agentes le dispararon en defensa propia porque empuñaba un arma. La familia del fallecido niega que tuviera ninguna relación con los estupefacientes y que poseyera armas, por lo que reclama una investigación sobre los hechos, que también trata de aclarar la Comisión de Derechos Humanos de Filipinas, órgano que encargó la autopsia del cadáver.

Los familiares proyectan llevar el caso de la muerte de Diego al Congreso de los Diputados y a las instituciones europeas con el fin de que se esclarezcan las circunstancias de su muerte. Su hermano Bruno niega, tras haber conversado con el socio español de Diego, que fuera víctima de una extorsión o que hubiera sido amenazado.

El fallecido nació en A Coruña en 1987, y estudió en el colegio Compañía de María. Jugó en las categorías inferiores del Deportivo, en el que incluso fue la imagen de una campaña de promoción del club. Aficionado al surf de remo, trabajó como monitor de buceo y vivió en Reino Unido, Alemania y El Salvador. Hace dos años decidió asentarse en Filipinas, donde tenía una pareja y varios socios.

Empezó abriendo un hostal, The White House. Luego montó la tienda y marca de ropa Mamon. Su último negocio era La Santa, que combinaba la hostelería de comida española con la venta de textil y el tatuaje.