El Gobierno local pretende unirse a la red de municipios Ciudades que Caminan, una agrupación para fomentar la movilidad centrada en los peatones en la que actualmente se integran 46 ayuntamientos, casi todos españoles, que suman casi cinco millones de habitantes. Incorporarse a la red no supone asumir medidas concretas, ni establece plazos para la aplicación de políticas, pero sí implica aceptar una serie de principios generales en relación a las políticas de movilidad y en favor del peatón. La red también ofrece asesoramiento para aplicar medidas como la limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora en ciudad, que el Ayuntamiento prevé implantar este trimestre.

La capacidad de acción de Ciudades que Caminan es limitada, pues sus estatutos no prevén sanciones para los socios que no cumplan los acuerdos más allá de la expulsión. En cuanto a sus actividades, organiza un congreso anual, ofrece asesoramiento técnico y para realizar talleres y proyectos de divulgación.

También tiene tres líneas de trabajo que se podrían aplicar en A Coruña: la creación de mapas esquemáticos de las distancias de recorrido entre distintos puntos de las ciudades participantes, un grupo de trabajo para la "definición y correcta implantación" del límite de 30 kilómetros por hora, y City4Kids, un proyecto encaminado a difundir "la movilidad activa y la autonomía infantil" entre los escolares.

Ciudades que Caminan se fundó en 2012, e integra a varias importantes ciudades españolas, entre ellas Valencia, Zaragoza, Córdoba, Sevilla, Vitoria o Cádiz. En Galicia, están integrados los municipios de Ferrol, Carballo, O Carballiño y Pontevedra, donde se ubica su sede y cuyo alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, preside la red. También forman parte de la asociación tres municipios portugueses y uno mexicano, Orizaba.

Unirse a la red es sencillo. A Coruña tendría que aprobar sumarse en un órgano de Gobierno y elegir a un representante ante la red. También debe pagar una cuota de 1.800 euros, que se repetirá anualmente.

Finalmente, el Ayuntamiento debe firmar dos documentos. Uno es la Carta Internacional del Caminar, por la que se compromete a reducir las barreras "físicas, sociales e institucionales que limitan la actividad de caminar". El otro es un listado de principios de la red, en el que se incluyen una decena de "compromisos":

Movilidad de base peatonal. Los viandantes son la "base" y la "prioridad" de Ciudades que Caminan, y estas deben supeditar al viandante la planificación urbanística, el diseño urbano y la regulación del uso del espacio público. Caminar debe estar "por encima del resto de los modos de transporte", desde la bicicleta al automóvil.

Derecho al espacio público. La presencia de coches y motos debe reducirse y también el espacio destinado a ellos: el acceso y la circulación "debe limitarse únicamente a una minoría necesaria" para el funcionamiento social y económico de la ciudad. Así se logra, señala Ciudades que Caminan, un espacio público que sea un lugar de "socialización, inclusivo y rico".

Planificación urbanística. Las ciudades deben ser "densas y compactas", para minimizar las distancias que se deben recorrer a pie, y "diversificadas", sin diferentes zonas de uso del suelo. El comercio no se puede "deslocalizar" a la periferia. El documento también apuesta por invertir en un sistema de transporte público "eficaz" y por limitar las plazas de aparcamiento en la calle. De esta manera, señala Ciudades que Caminan, se reduce "la atracción de coches y el tráfico de agitación".

Diseño urbano caminable. Un espacio público pensado para favorecer a los peatones sería "más equitativo y seguro". Ciudades que Caminan apuesta por eliminar el tráfico de paso, aumentar "exponencialmente" el número de calles de plataforma única, elevar los pasos de peatones y crear aceras "accesibles, continuas y equipadas". Potenciar al peatón, afirma el documento, tiene varias consecuencias positivas, como reducir la violencia vial, evitar "normas complejas" y reducir la necesidad de presencia policial para velar por su cumplimiento.

Seguridad vial. El peatón es el más vulnerable de los usuarios de las vías, señala Ciudades que Caminan. El documento afirma que deben evitarse "enfoques paternalistas" y culpabilizarlo de los accidentes, pues al caminar "las distracciones deben estar admitidas". Las ciudades deben establecer una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora, excepto en "vías excepcionales", y reducirla a diez en zonas de prioridad peatonal y entornos escolares. También asegurar la visibilidad en los cruces.

Sin vehículos en las aceras. El listado de principios cuenta como "aliados" del peatón a las bicicletas, patines, vehículos de movilidad personal y de transporte público, pues disminuyen el uso de los automóviles en ciudad. Sin embargo, señala que no deben amenazar al peatón, el "actor más débil". Así, defiende que las aceras deben preservar siempre su "carácter peatonal" y rechaza las aceras-bici.

Visión global. La peatonalización no debería reducirse a centros históricos o zonas verdes, y el interior de cada barrio tendría que ser de "prioridad peatonal, con tráfico prácticamente nulo". El documento apuesta por crear itinerarios que permitan desplazarse caminando entre barrios.

Ciudad inclusiva. Los principios de Ciudades que Caminan apuestan porque los itinerarios peatonales sean accesibles y continuos para facilitar su empleo de los diversos usuarios, como las personas que usen sillas de ruedas, los mayores o los que lleven carros de mano.

Autonomía infantil. El documento promueve la "recuperación de la calle por parte de la infancia", con un diseño que permita "el juego libre" y sin trabas y que permita que los más pequeños puedan caminar con autonomía. Además de la reducción de las velocidades del tráfico, apuesta por establecer "caminos escolares seguros".

Medio ambiente. Finalmente, los principios de Ciudades que Caminan establecen que se debe priorizar el uso de energía limpia, especialmente en el transporte público, si bien señalan que los vehículos eléctricos no liberan por sí mismos espacios para el peatón ni suponen un "enriquecimiento funcional del espacio público". El documento apuesta por la plantación de árboles, la creación de corredores verdes para favorecer la biodiversidad y la presencia de agua "para beber y para refrescar el ambiente".