Cuando acabó el concierto, el director de la Banda, Juanjo Ocón, anunció dos bises. Uno y otro altamente significativos. El primero, una suerte de Marcha-pasodoble, estaba dedicado al que fue director de la agrupación, Indalecio Fernández Groba, por José Ramón Sierra, clarinetista de la Banda, quien hubo de hacerse cargo de ella durante una breve transición, hasta la llegada de Fernández Groba. Sierra, presente en la sala, recibió muchos aplausos de sus antiguos compañeros y de los asistentes al concierto, muchos de los cuales „entre los que me cuento„ lo recuerdan con afecto por sus cualidades personales y profesionales. El otro bis, Foliada de A Zapateira, es obra del joven y talentoso compositor (16 años), Arsenio Keilin, que pertenece a una familia de músicos, afincada en nuestra ciudad desde los primeros años noventa. Arsenio es el menor de tres hermanos músicos „todos, coruñeses„ que tocan el violonchelo (el segundo de ellos, Gregorio, es un intérprete excepcional de este instrumento). Además, es pianista y su talento e ingenio pueden constatarse en varias creaciones informático-musicales que pueden verse en internet. La obra armoniza e instrumenta un tema popular gallego, con lo que viene a enriquecer nuestro patrimonio musical. Sería muy deseable que Arsenio perseverase en esta línea, incluida la orquesta sinfónica. En cuanto al resto del concierto, disfrutamos una vez más de la maravillosa inspiración de Gerónimo Giménez, con su genial La boda de Luís Alonso; de la grata obra del flautista, Adrián Silva, Os muiños de Barosa; y de las dos obras de Franco Cesarini, chispeantes, de ritmo irresistible e instrumentación lujuriante. Menos interés ofreció Equus, de Whitacre, partitura de estilo minimalista.