El Ayuntamiento confía en generalizar en el primer trimestre de este año la prohibición de circular a más de 30 kilómetros por hora en toda la ciudad, exceptuando vías de especial intensidad de tráfico y más de un carril por sentido. Pero, aunque ya existen trece zonas con límite 30 en la ciudad, y algunas áreas en las que la circulación máxima es de 20 kilómetros por hora, las asociaciones de vecinos de varios barrios denuncian que no se respeta, y piden nuevos equipamientos, en especial bandas rugosas, para limitar la velocidad.

La presidenta de la Asociación de Vecinos y Comerciantes Paternidad, de la Sagrada Familia, considera que el límite, implantado en 2015 en su barrio, "no se cumple, y muy pocas personas van a 30". Reclama bandas rugosas en cruces como el de Pontedeume con la calle Fátima, "muy peligroso". En cuanto a la vigilancia, señala que la Policía Local "aquí no está para nada", excepto cuando hay coches mal aparcados.

La zona 30 de Os Castros es más reciente, pero tampoco se respeta, según el presidente de la asociación de vecinos de A Gaiteira-Os Castros, Paulo Sexto. Afirma que no se está cumpliendo y que hay zonas del barrio donde los coches circulan a velocidades excesivas. Reclama "más presencia policial" y que se sitúen bandas rugosas en puntos del barrio. También se declara partidario de hacer más calles peatonales y ampliar el alcance del límite 30 en el barrio.

Otro caso en el que el límite 30 "normalmente no se respeta" es el de Palavea, según señala el presidente de la asociación de vecinos, Manuel Gómez. El problema es más acusado en la parte trasera de Alcampo y el grupo Santa Cristina, según afirma Gómez, que demanda que se instalen bandas rugosas "en todos los cruces".

El presidente de la asociación de vecinos de Novo Mesoiro, Manel Méndez, también pide que se protejan los pasos de peatones con bandas rugosas, badenes o geles antivelocidad. El límite 30 del barrio se cumple "en la parte principal de la avenida, donde hay una mediana con árboles", pero no se respeta "para nada" en la entrada a través de Illas Sisargas, donde a veces se circula, afirma, a más de 50 kilómetros por hora. Reclama que se construya una mediana en esta zona, pues "psicológicamente hace reducir la velocidad". También pide que en torno al futuro colegio la velocidad máxima sea de 10 kilómetros por hora.

En O Ventorrillo, donde la zona 30 lleva más de una década de implantación, la velocidad es "bastante contenida", señala el presidente de la asociación de vecinos, José Ángel Souto, aunque añade que en algunos casos "más que exactamente a 30 se va a 40".

Experimento exitoso

Otras asociaciones de vecinos consideran que la norma se cumple en sus zonas. Adormideras fue el primer barrio en el que se implantó la zona 30 en la ciudad, en las navidades entre 2004 y 2005 y como proyecto piloto. Este parece exitoso, a juzgar por la presidenta de la asociación de vecinos de As Atochas-Monte Alto, Raquel Olveira, que afirma que su asociación no ha recibido quejas por incumplimientos y que los comentarios sobre su existencia son, "en general", positivos.

El secretario de la asociación de vecinos de Matogrande, José Ramón Mosquera, señala que el suyo es un barrio "pequeño y con mucho tránsito", de calles "pequeñas y cortas" en el que, sea el límite mayor o menor, es "poco viable que los coches circulen más rápido". Los problemas de movilidad del barrio proceden de la saturación de sus accesos, en opinión de José Ramón Mosquera.

La presidenta de la asociación de vecinos del Agra del Orzán, María Gutiérrez, afirma que su asociación no ha recogido quejas de que los coches vayan muy rápido por la zona 30, pues las calles, "muy estrechas y de dirección única", no se prestan a la velocidad.