No hay viandante que no se pare a mirar los carteles de Li quidación por cierre hasta fin de existencias que cubren los escaparates de la histórica mercería Elvira. El negocio de Pescadería, que cuenta con varios establecimientos en la calle de San Agustín, ha sorprendido a todos al anunciar su despedida después de casi siete décadas abasteciendo a la ciudadanía coruñesa con todo tipo de enseres. Desde ropa interior para hombre, mujer y niño, hasta trajes de baño, ropa de hogar, disfraces y una variedad ingente de botones, parches, lazos y piezas de encaje. "Si no lo hay en Elvira, no lo hay en ningún sitio", solían decir sus clientes habituales.

Todo empezó en el año 1954, cuando la mercería abrió sus puertas. Su propietaria y fundadora, Elvira Otero, vendía las llamadas indesmallables de estraperlo en el portal, y aquel diciembre decidió dar el paso y poner en marcha su propio negocio. Quién le diría que terminaría por consagrarse como uno de los más longevos de la ciudad y, junto a él, su premisa de que tan solo las mujeres podían estar al cargo de sus mostradores.

Y es que en sus mejores momentos, cuando compradores de toda Galicia acudían al local de San Agustín, Elvira llegó a tener a una treintena de empleadas atendiendo su negocio. A día de hoy son muchas menos, al igual que las ventas, pero las que permanecen llevan toda una vida dedicada al emblemático establecimiento. Una de ellas es Fina Rebolo. A sus espaldas, 40 años al servicio de la mercería. "Es una pena, porque tanto mis compañeras como yo llevamos aquí desde que somos muy jóvenes, pero no podemos decir que el cierre nos pille por sorpresa", afirma.

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Adiós a la histórica mercería Elvira en A Coruña

El actual propietario de Elvira, José Luis Aradas, hijo de la fundadora, no hizo más que anunciar aquello que las empleadas veían venir desde hace un tiempo. "No se vende lo que se vendía antes. La gente ya no cose, no viene a las mercerías porque prefiere ir a un centro comercial, y esto no se mantiene solo", añade Rebolo.

Ante la cercanía del cierre de puertas, la clientela más fiel aprovecha para hacer sus últimas compras, y los más curiosos se acercan a preguntar, con sorpresa, el motivo del cierre. "Recuerdo esta mercería desde siempre. Llevo viniendo aquí desde que soy pequeña, con mi madre y mis hermanas. Es una pena porque era uno de esos negocios de toda la vida", cuenta una de las clientas, María Pardo, al cruzar la puerta del establecimiento.

La acompaña su hermana, Carolina Pardo, que nombra algunos de los motivos por los que "echará mucho de menos" el pequeño local: "En estas mercerías tienen de todo. Cualquier cosa que te imagines, la tienen aquí, desde ropa interior hasta medias en tallas para todo tipo de cuerpos. Eso no se encuentra en cualquier tienda". La clienta también hace hincapié en el valor de la experiencia de las dependientas, "que nada más ver al que entra por la puerta, ya saben lo que le va a sentar bien".