Quienes se desprenden de viejas posesiones de tamaño generalmente grande y las dejan junto a los contenedores no suelen acompañarlas de mensajes. Eso lo hizo ayer un vecino que dejó una vieja mesa en la entrada de un céntrico callejón sin salida con un papel pegado en el que se leía: Si te agrada, puedes llevártela. El mensaje desapareció poco después, sin que se conozca el destino de la mesa.