La deferencia de Leo Nucci hacia Betanzos y A Coruña es admirable. Cierto que la ciudad coruñesa fue la primera que acogió „y valoró„ fuera de Italia en 1973 a aquel joven barítono. Lo mismo sucedió con Del Monaco en 1948. Y ninguno de los dos grandes maestros del canto lo olvidó jamás. El concierto de despedida de Nucci en Betanzos ha sido asombroso. Tanto, que se escucharon voces „expresión sin duda del sentimiento colectivo de las 500 personas que se dieron cita en San Francisco„ pidiéndole que no se jubilara. Y es probable que hoy por hoy no haya ningún barítono que, como Leo Nucci, emita la voz con tal intensidad y proyección, tenga un registro agudo tan esplendoroso, una voz tan bien igualada y una capacidad expresiva tan convincente. Pero el barítono italiano es hombre inteligente y quiere retirarse en plenitud vocal, no cuando comiencen las dificultades y las deficiencias. En este momento, se retira en condiciones envidiables. Por eso mucha gente desea que no lo haga. Cantó además con extraordinaria generosidad, sin limitarse, sin reservarse. Comenzó con un impecable Di Provenza, de La traviata, siguió con un asombroso O Carlo ascolta, de Don Carlo, dicho con una convicción arrebatadora, continuó con el acto II de Rigoletto que culminó, sin aparente fatiga vocal, con un La bemol antológico. Y aún tuvo fuerzas para ofrecer como bises: Nemico della patria, de Andréa Chénier, de Giordano y un aria de Il sordo, de Marcarini. Se despidó con una canción de título significativo: Non ti scordar di me (No me olvides), de Di Capua, en que lo acompañó Clara Panas. La soprano moldavo-coruñesa estuvo magnífica junto a Nucci en el acto II de Rigoletto; y cantó además de modo sobresaliente La traviata ( Addio del pasato), un aria de Il sordo, de Marcarini; Mercè, dilette amiche, de I Vespri Siciliani, y ofreció como bis La Música, de Grigoriu. La base instrumental, que ha auspiciado el propio Leo Nucci, rayó a gran altura acompañando el canto, y también en el preludio del acto III de Traviata, Meditación, de Thaïs, de Massenet e intermedio de Cavalleria rusticana, de Mascagni. Velada inolvidable.