El paisaje en la ingeniería es el título del libro presentado el jueves en la librería Formatos por Carlos Nárdiz, catedrático de Urbanística y Ordenación del Territorio en la Escuela de Ingenieros de Caminos de A Coruña. Nárdiz aborda en su obra la relación entre las obras públicas y el paisaje con una finalidad didáctica y asegura que estas actuaciones forman parte inseparable del paisaje.

¿Ha habido siempre preocupación en la ingeniería por respetar el paisaje?

Hay una preocupación histórica, pero la ingeniería tiene una parte funcional, otra estructural y otra constructiva en las que el paisaje, aunque ha estado siempre presente, no siempre ha tenido la misma importancia. De hecho, fue la Ley de Estudio de Impacto Ambiental a partir de 1986 la que introdujo en España temas ambientales en relación con los proyectos de obras de ingeniería que anteriormente no estaban convenientemente integrados porque la sociedad no tenía la sensibilidad adecuada. El paisaje no ha estado bien representado en los estudios de impacto ambiental de la segunda mitad de los años ochenta y en los noventa, pero de forma creciente ha sido un elemento que ha ido teniendo cada vez más importancia tanto en entornos urbanos como rurales, sobre todo cuando afecta al patrimonio cultural.

¿De dónde ha nacido esta preocupación por el paisaje?

Yo creo que ha nacido en la sociedad y en la propia legislación. En el año 2000 se aprobó el Convenio Europeo del Paisaje que movió a las autonomías a adaptar sus propias legislaciones, de forma que la Ley de Protección del Paisaje de Galicia es de 2008 y la propia Administración la ha ido interiorizando de alguna manera en sus proyectos. Pero, de forma creciente, no se ve como un valor añadido sino como un valor totalmente condicionante de los trazados y de las relaciones entre la ingeniería y el territorio en general.

A veces parece muy difícil congeniar las obras públicas con la protección del paisaje, sobre todo con los embalses.

No es que sea difícil compatibilizarlos, es que no se entiende el paisaje sin las obras públicas. Existe una imagen negativa de las obras públicas, y esa es la razón de mi libro, mientras que el paisaje, como construcción artificial, no se entiende ni en el pasado ni en el presente sin el papel creador y transformador que han tenido las obras públicas. No debemos cometer el error de pensar que el paisaje es solo el natural, ya que puede ser el rural o el transformado por el hombre a través de obras de ingeniería, como pueden ser los socalcos de la Ribeira Sacra que hemos convertido en patrimonio de la humanidad. Hay que pensar también en territorios que no serían visibles sin carreteras o caminos históricos que se han ido integrando o en las ciudades a través de los puertos históricos, así como en carreteras de acceso a las ciudades, como fue Juan Flórez en A Coruña, que se han transformado en calles. Los embalses han sido elementos transformadores del territorio a una gran escala, como en los ríos Miño y Sil, pero hoy es difícil construirlos en España con una escala similar a la de aquellos años porque la sociedad ya no acepta este tipo de obras, que en su momento estaban justificadas porque eran las que abastecían la demanda hidroeléctrica de energía, mientras que hoy tenemos alternativas energéticas.

¿Haría falta algo de didáctica por parte de los ingenieros para que las obras se vean como parte del paisaje?

Mi libro tiene también el objetivo de explicar las obras públicas porque a veces no son bien entendidas. Intenta ser una aproximación para que la gente entienda desde la historia, el arte y otras profesiones los condicionantes del proyecto de las obras públicas. Cuando hablamos de paisaje hablamos también del urbano, en el que la gestión del transporte y de los recorridos peatonales forman parte de nociones del paisaje de la ciudad, en el que las actuaciones especializadas en los accesos que se han hecho a veces de forma equivocada son tremendamente negativas respecto a la imagen del papel constructor de paisajes que tienen las obras públicas.

¿Hay obras de ingeniería que se han convertido en atractivos del paisaje, como los puentes?

Todas las obras de ingeniería se han convertido en elementos atractivos del paisaje, ya que nos permiten verlo y entenderlo, como los caminos, las carreteras, los puertos y los paseos marítimos. Los puentes son un elemento importantísimo para entender los ríos, ya que su paisaje no se entendería sin ellos. Los puentes históricos caracterizan los lugares en los que se asientan, al igual que los más modernos, como el de O Pedrido, que caracteriza el paisaje de la ría de Betanzos, o el de Rande, que caracteriza a la de Vigo.

¿Están los ingenieros formados en la necesidad de proteger el paisaje?

El libro El paisaje en la ingeniería es la experiencia de 25 años en la Escuela de Ingenieros de Caminos de A Coruña impartiendo la asignatura de Urbanística y Ordenación del Territorio. Cuando empezó la formación de estos ingenieros en los años treinta y cuarenta, el dibujo del paisaje era una asignatura obligatoria en los cinco cursos de la carrera. Pero la ingeniería es un reflejo de las demandas de la sociedad, y en los años sesenta y setenta estas materias fueron disminuyendo y se recuperaron a partir de los años noventa cuando la propia sociedad fue reconociendo que el paisaje y las cuestiones medioambientales son elementos fundamentales para el proyecto de las obras de ingeniería. Al margen de esta asignatura también doy clases en el máster de Arquitectura del Paisaje Juana de Vega y en el grado de Paisaje de la Universidade da Coruña, pero es verdad que no todos los ingenieros lo han considerado como un elemento esencial de las obras públicas, aunque hoy sabemos que lo es, del mismo modo que lo son los temas sociales, estructurales, constructivos y económicos.

La Xunta apuesta ahora por reducir los plazos para tramitar los estudios de impacto ambiental mediante una nueva ley y hay quien afirma que es un peligro.

La obra pública necesita sus plazos y cuando un proyecto está bien estudiado los ciudadanos se reconocen en ella. La Administración también es un reflejo de lo que demanda la sociedad, que si acepta obras transformadoras de espacios rurales y urbanos exclusivamente en función de su funcionalidad mal entendida, lógicamente la Administración reacciona en la misma medida y promueve obras que quizás deberían tener otros presupuestos desde el punto de vista de la integración en el territorio y en el paisaje. Por lo tanto, yo no creo que haya que reducir los plazos, sobre todo en los proyectos de las obras, ni que haya que reducir los condicionantes para la construcción de las obras, sobre todo porque tienen una permanencia que va más allá de los ciclos políticos. Las obras son para durar décadas y décadas y, por lo tanto, tenemos que acertar con lo que hacemos.