El magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), José Fernando Lousada Arochena, asegura que su libro El enjuiciamiento de género "va de feminismo". Quiere acabar con los estereotipos y caminar hacia una igualdad que, confiesa, tampoco existe en el ámbito judicial.

¿De qué idea ha partido para escribir este libro?

De que se quiere llegar a la igualdad efectiva de hombres y mujeres. Las desigualdades básicamente están en lo que se conoce como el género, es decir, el añadido sociocultural a los sexos. Al sexo masculino, por definición cultural, le corresponden unas determinadas tareas y atributos. Al sexo femenino, también. Esa atribución es lo que se conoce como estereotipos de género. Algunos son claramente nocivos. Como que las mujeres no son tan hábiles en determinadas facetas. Pero existen otros estereotipos, aparentemente benignos, como que las mujeres son mejores cuidadoras que los hombres. Esto hace que sobre ellas acabe pesando toda la carga del cuidado. Así, dentro del mismo nivel profesional, se acaba pagando más a unos que a otros.

¿Estos prejuicios también inciden a la hora de juzgar delitos sexuales?

Sí. Como ocurrió en el caso de La Manada. Se parte de la base de que hay un modelo de víctima y si no se ajusta a ese patrón, ya no es víctima. El modelo es muy masculinizado, es decir, que frente a una agresión, reaccionas de forma violenta. Si la mujer no se resiste a una violación, no dice no de una manera tajante o no denuncia de manera inmediata no sigue el modelo de víctima, por lo tanto, no hay delito. Hay muchos estereotipos y el problema está en que no los vemos.

¿Por qué?

Porque pensamos que es así de natural. Ocurre también en el ámbito laboral. Los modelos de trabajador directivo están construidos sobre la base de amplias disponibilidades de tiempo. Así, aunque no seas una lumbrera, vas a conseguir algo. Si tienes tiempo, puedes ir a una cena de empresa hasta tarde, aunque tengas cargas familiares. Una mujer no lo va a hacer y queda excluida. Afortunadamente, ya no estamos en aquella fase del derecho machista en la que a las mujeres se les prohibía todo, que en España fue hasta 1978. Entramos en una segunda fase, en la que se supone que todas las normas son iguales para hombres y mujeres, pero cuando esto se aplica sobre una sociedad que tiene prejuicios, seguimos manteniendo la discriminación.

¿Se ha topado con estos estereotipos en su experiencia judicial?

Por supuesto. Estos estereotipos funcionan y lo hacen negativamente. No se puede pensar que los jueces y las juezas seamos distintos al resto de la sociedad. Así, en el proceso, se identifican hechos que no son relevantes y los que son relevantes se toman como intrascendentes, se valora de manera distorsionada la prueba y al final se va a torcer la aplicación del derecho. No solo nos estamos jugando el tema de la discriminación, sino que nos estamos jugando el buen funcionamiento de la administración de justicia. La Justicia tiene que actuar con objetividad. Si introducimos estereotipos, abandonamos la imparcialidad.

¿Se llega al punto de que se juzga a la víctima y no el delito?

Sí, sobre todo en los delitos sexuales. En el caso de La Manada, en el voto particular, se ponía en juicio la actitud de la víctima. Pero lo que hay que enjuiciar es el delito.

¿Esos casos mediáticos ayudan a concienciar o provocan una reacción opuesta en un pequeño sector de la sociedad?

Todos los avances generan reacción. El feminismo ha luchado contra esto desde la Revolución Francesa, que era marcadamente machista. Y la reacción va a ser más fuerte cuando se vea que las cosas están cambiando.

¿El camino para eliminar los estereotipos es la formación?

Desde luego. Con la ley de violencia de género de 2004, empezó a haber formación en igualdad. Poco a poco, esa formación es más sólida y estructurada. Más de 1.500 jueces se apuntaron a estos cursos. Pero esto lo tiene que saber también la Fiscalía, la Abogacía y la Policía. Por mi experiencia puedo decir que la gente no tiene ni idea de igualdad.

¿Con qué casos se ha encontrado?

Con gente que te dice que no es machista ni feminista. Yo me voy al diccionario y el machismo es la supremacía masculina, pero el feminismo es la ideología que pretende la igualdad de los sexos. Hay que ser feminista y quien no lo sea, que me lo explique. De lo que se trata es de acabar con los estereotipos. Hay que luchar contra ellos.

¿Esta lucha lleva a algunas mujeres a desconfiar de la Justicia?

Eso también está estudiado. Es lo que se llama el sentimiento jurídico negativo de las mujeres. Se produce así porque esos estereotipos determinaban que el espacio de lo público ha estado reservado para los hombres y se ha construido sobre la base de un criterio masculino. El sistema de instrucción penal está pensando para un modelo de víctima que responde agresivamente y genera poca victimización. Esto hace que en el procedimiento penal, la víctima tenga que declarar ante la policía, ante el juez y en el juicio oral. ¿Crees que eso se ajusta a una correcta instrucción de un delito sexual? No, esto tiene que cambiar de alguna manera, porque si no acudes a la última citación, por mucho que hayas declarado antes, va a ser absuelto. Esto te obliga a recordar todo lo que has pasado incluso dos años después.