Nací en la calle Noia, donde me crié hasta los dieciséis años con mis padres, José y Consuelo, quienes trabajaron él como ebanista y ella en las labores de la casa. En mi juventud nos trasladamos a la avenida de Os Mallos cuando el lugar estaba lleno de terrenos de cultivo y existía el gran Campo de la Peña, al que se llevaba la ropa a secar, así como a jugar al fútbol y a pasar buenos ratos con las pandillas. Ese mismo lugar se empleó más tarde para hacer las famosas fiestas del barrio, en las que había atracciones como caballitos, lanchas y casetas de tiro que nos hacían mucha ilusión a los chavales.

Mi primer colegio fue el Sualva, de la profesora doña Concha, que estaba situado junto a mi casa y en el que estuve hasta los diez años, momento en que pasé al de Rafael Vidal en la plazuela de la Paz. Como no me gustaba estudiar, a los dieciséis años me puse a trabajar como chico de los recados y aprendiz en el taller de pinturas Iglesias, donde estuve cuatro años, hasta que entré en el mundo del boxeo, deporte que ya practicaba con otros amigos en el local del Frente de Juventudes que estaba frente a las antiguas cocheras de la Compañía de Tranvías en el Orzán.

Como profesional, comencé a entrenar en el centro deportivo Santa Lucía, lo que a mis padres no les gustó nada. Tuve como entrenador a Carlos Amaya y cuando en 1957 empecé a competir como aficionado, me pagaban por cada combate, además de una dieta que me permitía atender mis gastos y ayudar a mi familia. En esta fase fui campeón de España al ganar a Polo en Tenerife.

En 1964 me hice profesional y combatí tanto en España como en el extranjero contra boxeadores como Gaztañaga, González, Bayón, Morano el madrileño, Ben Kassem, Taruk y Yak. También participé en el campeonato de España que se disputó en Las Palmas, en el que fui subcampeón tras enfrentarme a Fernando, el Tigre de Elche. En 1968 también fui subcampeón tras combatir contra Folledo y al año siguiente me tuve que retirar por una grave luxación en el hombro, por lo que después me dediqué a ser árbitro internacional hasta 2008, año en que me retiré del boxeo tras cincuenta años de actividad y después de que las federaciones de Valladolid, Lugo, Vigo y A Coruña me hicieran homenajes. En la actualidad me piden que sea presidente de la federación coruñesa, pero mi tiempo ahora es para mi familia.

Mis amigos de la infancia y la juventud eran todos de mi barrio y entre ellos destaco a Oubel, Abuín, Eloy, Pepe, Emilio, Manolo, Ricardo, Muíños, Veloso, Lito, Morocho y los hermanos Fraga y Tomé, con quienes jugaba por las calles de la zona. Solíamos reunirnos en el bar de Serafín, que era la sede social del club Maravillas, en el que jugaban algunos de mis amigos. También nos reuníamos en la librería de Aurorita, donde cambiábamos tebeos y novelas, mientras que los cines a los que íbamos eran los España, Monelos, Doré, Gaiteira, Santa Margarita y Finisterre.

Mi pandilla asistía a las fiestas de las calles San Luis, Vizcaya, Gurugú y la romería de Santa Margarita, monte al que también íbamos a cazar cotobelos, juego con el que engañábamos a otros amigos hasta que llegaba la policía y nos echaba de allí con una buena bronca.

Testimonio recogido por Luis Longueira