La concejala de Benestar Social, Yoya Neira, apuesta por acabar con el chabolismo este año y, también, por hacer una ciudad más feminista, en la que la igualdad esté presente desde los primeros años.

La semana pasada entró la Policía Local en A Pasaxe y dijo que el desmantelamiento ya no tiene marcha atrás, ¿cuándo prevén acabar con el poblado y realojar a las familias?

Nos gustaría que fuese a lo largo de este año, pero depende de factores que no están en mano de la Administración, por un lado, conseguir vivienda y también que los habitantes del poblado tomen la determinación de salir de allí. Los últimos grupos que pueden quedar allí son los más reacios a abandonar el poblado. Algunos dicen que se irán en el momento en el que ya no quede nada. Es un camino que no tiene retorno. Erradicar el chabolismo es una obligación que tenemos como Administración local. No puede haber ninguna familia residiendo en un poblado de esas características, con niños jugando entre la chatarra, los cristales, el escombro y las ratas muertas. Es una obligación sacar a los niños de allí y está la obligación que tenemos con Costas de dejar expedito el terreno.

¿Costas puso algún plazo nuevo para que esté el terreno libre de infraviviendas?

Demarcación de Costas, a pesar de ser una Administración más lejana, está formada por profesionales que son perfectamente conscientes de que tenemos a personas con una serie de dificultades importantes y están siendo flexibles. El trabajo municipal es constante y va en la buena dirección. Todo parece indicar que estamos en un momento positivo para que se acabe cuanto antes.

Y si no se van voluntariamente, ¿qué pasará?

Se tendrán que iniciar los procedimientos judiciales oportunos para que se abandonen las parcelas, de todas maneras, es algo que, sinceramente, yo no contemplo. Creo que se van a ir todos voluntariamente y está en manos de los servicios técnicos municipales trabajar para que así sea.

¿Es muy complicado conseguir vivienda para estas familias, viendo lo difícil que es ahora mismo encontrar un piso incluso con una nómina?

Para ellos, mucho más, por eso acabamos de aprobar una convocatoria municipal. El Ayuntamiento necesita vivienda, no solo para esta población sino también para la que tiene una vida normalizada, pero con dificultades para acceder a la vivienda para facilitarla a un precio razonable en alquiler. Hay un plazo de diez días hábiles, aunque podrá seguir abierto en caso de que no consigamos el número de viviendas adecuado. Este es un contrato que se hace con todas las garantías. Es la Empresa Municipal de Vivienda la que, por primera vez, va a detentar competencias en materia de vivienda. Es quien alquila y quien garantiza el pago desde el minuto cero. Más seguridad que ahí no la encuentran en el mercado privado. Hemos subido también los límites de los precios para adaptarlos a la realidad de la ciudad.

Los pisos hay que mantenerlos, pagar facturas...

Nosotros trabajamos para que tengan las competencias adecuadas para acceder al mercado laboral, para que las mujeres que están en esos poblados y que se dedican al cuidado de los niños, puedan tener una vida independiente económicamente. El trabajo de los Servicios Sociales es el de la inserción desde hace muchos años. Es un trabajo silencioso y da como resultado que, muchas familias que, en otros momentos vivieron en otros asentamientos de la ciudad, ahora están viviendo con normalidad integradas, sus niños acuden al colegio y tienen la oportunidad que, como sociedad, tenemos que darnos, de tener una vida digna.

¿Habrá otra convocatoria para las personas que quieran acceder a una vivienda a través del Concello y que no estén en riesgo de exclusión?

Estamos redactando un nuevo reglamento de acceso a la vivienda para la población que se encuentre en una situación más normalizada, pero hasta que ese reglamento no vea la luz, lo que se ha aprobado es esta convocatoria, que tiene una fecha de finalización, que es el 31 de diciembre. Entonces estaremos en condiciones de poder aprobar ese reglamento.

No solo hay infraviviendas en A Pasaxe, también en A Zapateira hay personas que residen en chabolas, ¿han avanzado en su situación?

Son problemáticas completamente diferentes. El de A Zapateira no está tanto en el ámbito de los Servicios Sociales como en el de Urbanismo. Lógicamente, para cualquier persona que pueda tener dificultad de acceso a la vivienda o a cualquier recurso, están los Servicios Sociales para hacer frente a sus dificultades, por eso hay desde una renta social municipal a ayudas de emergencia.

¿Y la concejalía cuándo se muda?

Tenemos intención de mudarnos lo antes posible, para nosotros la Fábrica de Tabacos es ideal. Servicios Sociales es una concejalía muy amplia, los servicios centrales, que son los que están en Fernández Latorre atienden a muy diferentes perfiles. Nos encontramos a los trabajadores muy agrupados y queremos dar a los usuarios un mejor espacio, que esté más adaptado, con privacidad... Ahora está el tema de Patrimonio de la Xunta aún por resolver para abrir una puerta.

¿Hay que hacer mucha obra?

Sí. Este año no será, aunque todo viniese rodado.

El centro Abeiro cerró el año pasado, dijo que trabajaría en un centro de baja exigencia, pero todavía no hay novedades.

El centro se cierra porque no cumplía con la normativa. Era un peligro tenerlo abierto. Los trabajadores que prestaban ese servicio en Abeiro no han dejado de trabajar. Seguimos con el censo de personas en situación de calle. Hay que convencerlas de que accedan a los recursos. Es cuestión de mucho tiempo, de mucha confianza para que puedan salir. Para el centro de baja exigencia estamos viendo ubicaciones, con independencia de que la oferta de albergues que ofrece la ciudad es importante. Somos conscientes de que es insuficiente porque existe todavía población en situación de calle. Es un trabajo que se tiene que hacer con discreción por la seguridad de las personas afectadas.

¿Está más cerca de abrirse un nuevo centro o de que se prolongue esta situación?

Estamos cerca de abrir un nuevo centro, pero por ahora estamos viendo ubicaciones y yo en este momento no puedo decir dónde va a ir. Ese centro de baja exigencia y es una prioridad para nosotros.

Y las becas comedor, ¿habrá problemas para asignarlas el curso que viene como este?

Está la convocatoria ya finalizada con modificaciones para que salga lo antes posible. Una vez que esa convocatoria pueda salir, empezaremos con nuestro trabajo lo antes posible.

¿Qué cambios prevén?

Se rige por la ley de subvenciones, así que, hemos planteado la posibilidad de que sea el niño el solicitante. En la unidad familiar se computará a los padres o tutores legales pero no a todos los que residan en el hogar. Hay que tener en cuenta que hay muchos tipos de familia. Se trata de que accedan a la beca de una manera más sencilla y que los permisos de consulta de información lleguen antes. Pondremos todo el personal necesario para que los niños no tengan que esperar. Ningún niño que tuviese expediente en Servicios Sociales se quedó sin beca comedor este curso porque el Concello tiene más ayudas para que nadie se quede atrás.

Para el 8 de marzo, ¿qué actividades habrá?

Lo que nos preocupa es el incremento de los comportamientos machistas entre la población más joven que pueden rayar en la violencia y que no se detectan. Es importante que trabajemos en la concienciación cada vez en edades más tempranas. Tratar de reforzar las charlas y darles una vuelta porque, cuando hablamos de tercero o cuarto de ESO pensamos que llegamos a tiempo y ya vamos tarde. Caemos en el error de pensar que, en una charla, un chaval de 16 años va a estar escuchando lo que se le dice. Empezaremos desde pequeñitos, aunque haya levantado críticas y suspicacias.

¿Servicios Sociales tiene cada vez más o menos usuarios?

Desafortunadamente, más.

¿Hay medios para combatir la pobreza en la ciudad?

Necesitamos más, el número no decrece y, cada vez, las problemáticas son más complejas, necesitamos más medios humanos. El presupuesto se ha visto incrementado y hay un compromiso por parte del Gobierno municipal de incrementar el personal. La crisis implicó un recorte en el personal y un incremento en el número de personas que acudían a las puertas de Servicios Sociales, algunos son crónicos, pero muchos lo hacían por primera vez porque simplemente están pasando por una mala racha y hay que ayudarles.