"El móvil me ponía de los nervios. Antes andaba a lo loco y ahora le estoy perdiendo el miedo, ya no toco todos los botones", explica Aurea Gómez. Lo tuvo claro al jubilarse: la tecnología era su asignatura pendiente y el teléfono móvil, su némesis particular. Tras un año acudiendo a clases de alfabetización tecnológica, tiene el asunto (casi) dominado. "¡Pero si esta es ya una experta!", corrobora su compañera Marisa Gómez que, por su parte, acaba de empezar y "algo va sacando".

Ambas son compañeras de clase de Iniciación a la informática, una iniciativa que Afundación ofrece en el Espazo +60 de A Coruña con el objetivo de introducir a los mayores en las tecnologías de la información y la comunicación, que no siempre son todo lo intuitivas que deberían. Para ellas y el resto de sus compañeros, el que ha sido capaz de obrar el milagro tiene nombre y apellidos: se trata de Miguel Regueira, su profesor. "¡Qué no nos lo quiten nunca!", reclama Marisa.

Y es que el docente es, a todos los niveles, un saco de paciencia. En iniciación sirve de guía para esa primera toma de contacto que a veces se resiste. Desde marcar un número y desbloquear la pantalla hasta enviar sus primeros whatsApps o registrar una ubicación. Lo reducido de los grupos „ unas veinte personas por clase „ permite a Miguel ofrecer atención personalizada a cada alumno, un requisito imprescindible para que el mensaje cale con la mayor claridad posible. Las motivaciones para acudir de los propios alumnos son, también, de lo más diverso. "Algunos quieren perfeccionar sus habilidades, a otros les acaban de regalar un móvil y se encuentran con un objeto extraño", explica Miguel Regueira.

Muchos de los contenidos que se explican en clase van orientados a mejorar la propia autonomía de los alumnos ante una administración cada vez más informatizada y que se ha acostumbrado a funcionar demasiado a base de clic. También les habla de redes sociales, aunque no son muy amigos de ellas. "Con trámites trabajamos muchísimo para que aprendan a resolverlos sin depender de nadie. A veces no pueden leer documentos porque están en PDF. Las redes sociales las toco menos, es algo muy personal", apunta el profesor.

Los de nivel intermedio se centran, en las últimas sesiones, en perfeccionar su manejo de las tecnologías: descargan música, organizan los archivos de su nube y encuentran películas en la red. Los más avanzados se atreven incluso a subir y compartir sus propios vídeos en YouTube. Es el caso de Juan Manuel Villar, para quien, si el ordenador no guardaba antes muchos secretos, ahora ofrece aún más posibilidades. "Ahora me manejo con YouTube, con las aplicaciones del banco, tengo más soltura. Al tener cinco nietos, uno quiere estar en estas dinámicas", revela el alumno.

Todos ellos toman nota, muy concentrados, de las indicaciones que Miguel les va dando pacientemente. Por encima del conocimiento adquirido, que es mucho, son horas amenas en las que no falta el humor, las bromas y alguna que otra llamada al orden. "¡Niños, hacedme caso, no os adelantéis!", bromea el profesor cuando algún miembro de su auditorio quiere ir más rápido que las explicaciones. "Aprendes, te ríes y pasas el tiempo sanamente. Si no entiendes algo, preguntas y no pasa nada", resume Marisa.