Suena el teléfono. La Cruz Roja avisa de la caída de una persona mayor en su casa o los vecinos alertan de que hace días que no ven a alguien por el barrio. Es así como los bomberos se ponen en marcha para rescatar a aquellos que han sido derrotados por la soledad de sus hogares. "Para nosotros es una salida de emergencia. Nuestro objetivo es entrar lo más rápido posible y con pocos destrozos", cuenta el sargento del parque de Bomberos de A Coruña, Víctor Sánchez.

Apagan fuegos, pero también entran en las casas de aquellos que necesitan ayuda. Repasando sus 26 años de experiencia en la ciudad, Víctor Sánchez asegura que esta es la etapa en la que reciben más llamadas de gente que no puede salir de su vivienda. "En 2019 tuvimos 100 salidas y en otras 50 ocasiones nos movilizaron pero se anularon porque ya habían logrado acceder al interior. Hay un aumento considerable", cuenta. El sargento recuerda sus primeros años en el parque municipal, cuando los servicios para rescatar a mayores "eran testimoniales". "Ahora salimos por este motivo un día sí y uno no", apunta.

Los bomberos están preparados para estas actuaciones. "A raíz del aumento de casos, se han impartido cursos de formación para apertura de puertas. Así aprendemos técnicas de todo tipo", explica Sánchez.

En sus salidas, siempre van acompañados por un maletín "con herramientas" y, por si acaso, "el abrepuertas hidráulico", que era el sistema que se utilizaba antes de perfeccionar las técnicas. "Ahora lo que intentamos es hacer el menos daño posible en la vivienda, pero si hay que hacer un butrón en el tabique porque no hay otra manera de entrar, se hace", reconoce.

El protocolo de las salidas es sencillo: se trasladan dos vehículos „uno de ellos de altura„, un mando y tres bomberos. "Dos compañeros intentan entrar por la ventana y otros dos, por la puerta. Está claro que es mejor romper un cristal que una puerta, pero lo que queremos es entrar rápido", cuenta Víctor Sánchez, a la vez que desvela que para llevar a cabo esta maniobra es necesaria "la autorización de la Policía".

Aunque en la mayoría de ocasiones los bomberos logran rescatar a ancianos en problemas, hay veces que ya no hay ninguna solución y en el interior de la vivienda se encuentra un cadáver. De los 100 casos del año pasado, en diez había una persona fallecida. "En estos casos, suelen ser familiares o vecinos que avisan de que hace tiempo que no ven a la persona o que no contesta al teléfono. También hay alertas por el olor que desprende por el edificio", explica.

Para Sánchez, es una "muy buena noticia" cuando se escuchan voces desde dentro. "Logramos hablar con la persona, la tranquilizamos, le preguntamos si se encuentra bien... Lo peor es cuando no contesta nadie", reflexiona. El sargento asegura que, en ocasiones, han tenido que utilizar "equipos de respiración autónoma" para entrar en casas "en las que el olor era insoportable".

Este bombero reconoce que "lo más habitual son las caídas", pero se ha encontrado de todo. "Incluso hay gente que se queda sin fuerza de tanto gritar o que sus cuerpos están momificados cuando los encontramos", dice.

¿Y la solución para prevenir estas situaciones? Víctor Sánchez es cauto. Defiende que "hay que estar pendientes de los familiares", pero cuando se trata de un vecino que vive solo es una "decisión muy personal". "No sé hasta qué punto te puedes involucrar", reflexiona.

El sargento entiende que el aumento de estas llamadas para ayudar a personas mayores se debe a que "la vida, ahora, es más individual". "Ya no es como antes que los miembros de las familias vivían todos juntos. Cada vez se tienen menos hijos y la forma de vivir es completamente diferente", concluye.