"Fuera de usos oficiales, al hablar o escribir en español, lo indicado es emplear la forma tradicional española La Coruña", zanja, desde su Twitter oficial, la Real Academia Española (RAE) ante una consulta de un usuario. Una consideración con la que reaviva un debate que ha permanecido inactivo desde 2004, cuando el entonces alcalde Francisco Vázquez peleaba por colgarle la L al topónimo A Coruña, desatando, en carteles y señales de toda la provincia, una batalla paralela: la de los partidarios del topónimo castellanizado que pintaban la consonante delante del nombre y la de sus detractores, que se encargaban de borrarla al día siguiente.

La recomendación choca con lo dictado en la Lei de Normalización Lingüística, que establece la forma gallega como única oficial con independencia del idioma en el que se hable, dato que aprovecharon para recordar algunos usuarios de la red social. Con todo, la RAE continuó apuntalada en su postura, reiterando, ante la consulta de otro usuario, que "La forma española es La Coruña con independencia de cuál sea la palabra que la precede".

Las discrepancias toponímicas que rodean a la ciudad y a la provincia de A Coruña no son algo infrecuente para los profesionales de la Mesa para la Normalización Lingüística, que ven las reafirmaciones de la RAE como "o fomento dunha ilegalidade e unha falta de respecto absoluto aos topónimos galegos", en palabras de su presidente, Marcos Maceira.

No es la primera vez que la academia de las letras españolas entra en conflicto con la legislación autonómica, ya que es habitual que utilicen en las comunicaciones emitidas a través de sus redes oficiales la forma " Orense" o que aconsejen el uso de la solución " Sangenjo" cuando se emplea el castellano. No falta, en ninguno de los casos, el aluvión de usuarios que adjuntan, a modo de respuesta a los consejos del organismo, los dictados emitidos en el Boletín Oficial del Estado que explicitan la determinación de los nombres de los lugares como competencia de la Xunta.

Lo cierto es que los dictámenes de la RAE, al no constituir resoluciones oficiales, no prevalecen en ningún caso sobre la legislación vigente, para la que A Coruña es, tanto para la ciudad como para la provincia, la forma correcta. Pese a ello, el empeño de la academia con respecto al uso de la forma castellanizada es entendida por los profesionales de la Mesa como "unha forma de querer usurpar as funcións que corresponden a organismos democráticos".

Un modo de proceder por parte de la RAE que, según aprecia Maceira, ocasiona problemas más allá del debate lingüístico. "O uso do topónimo deturpado trae problemas, por exemplo, nos envíos das compras por Internet, ao no estar rexistrada a forma galega en Google", expone Maceira. Para el presidente de la entidad, estas recomendaciones de la academia española contribuyen, además, a incrementar el predominio del castellano sobre el gallego al dotar de cierta legitimidad los usos incorrectos de la toponimia: "Hai unha carga ideolóxica que roza o racismo lingüístico, considera que hai unha lingua superior".