Somos una parte imprescindible de la sociedad civil y del sistema judicial, y me atrevo a decir que hasta la más importante en la vía judicial porque cuando se dicta una sentencia brillante es porque previamente el abogado ha planteado el asunto de forma innovadora. Sin embargo, no gozamos de la consideración merecida, y en ocasiones ni tan siquiera del trato adecuado, y damos la sensación de que estorbamos al sistema.Nuestra función en la sociedad es de enorme valor, pues somos quienes ponemos orden en el caos, nos enfrentamos a los poderes y poderosos únicamente con leyes en las manos, y los únicos que podemos emprender con éxito la lucha de David contra Goliat.Todos los intervinientes en la Administración de Justicia disfrutan de derechos laborales, y jornadas que no superan el máximo legal, días libres y vacaciones, y cuando realizan guardias para la Administración cotizan por ellos, y están adecuadamente remunerados.¿Existe en España un colectivo sin los más elementales derechos laborales? ¿Es esto posible en pleno siglo XXI? ¿Somos los abogados los únicos esclavos de nuestro Estado de Derecho? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Por qué esta desidia?¿Por qué nunca se tienen en cuenta cuando se legisla los intereses de nuestro colectivo? ¿Por qué no se limita el número de notificaciones por letrado coincidentes en el tiempo, ahora que tecnológicamente es posible? ¿A qué obedece la falta de empatía hacia nuestra profesión ya generalizada? ¿Por qué este desprestigio gratuito por parte de otros sectores jurídicos, que en realidad denota un grave desconocimiento de nuestro trabajo?Un país en el cual la Abogacía está oprimida es dócil y maleable, proclive a atropellos, y sienta los cimientos para la quiebra del Estado de Derecho.En beneficio de todos los ciudadanos y de nosotros mismos debemos luchar por el empoderamiento y dignidad de nuestra profesión, por el respeto y lugar merecido en la sociedad, y no permitir descalificaciones, de quienes desconocen nuestra valiosa labor.En la dura lucha diaria por la defensa de los demás nos hemos olvidado de lo más importante: defender nuestros propios derechos.