Familiares de personas beneficiarias del servicio municipal de ayuda a la dependencia (SAD) han empezado a dar de baja a sus mayores de este programa durante el periodo de confinamiento. Las cuidadoras que acuden a sus viviendas denuncian que carecen de protección y que ellas son potenciales contagiadoras a una población especialmente sensible, ya que su trabajo se centra en asear a los mayores y dependientes y que, al ir por las casas y moverse en transporte público, pueden infectarse. La portavoz de las trabajadoras del servicio por el sindicato UGT, Mari Morales, calculaba ayer que podrían ser unas 500 personas las que hubiesen dado de baja sus servicios, para evitar contagios, aunque el Concello aclaraba ayer que, si bien es cierto que han registrado solicitudes para dejar de recibir la ayuda, no eran tantos los usuarios. El Gobierno local informó a las concesionarias de que tareas como llevar comida a los dependientes o ir a la farmacia a por medicinas pueden hacerlo los miembros de la red de voluntariado. Las trabajadoras exigen que se restrinja su actividad a los casos de dependientes que viven solos.