La psicóloga coruñesa Alejandra Sierra, especialista en tratamiento y gestión de la ansiedad, explica algunas de las herramientas para lidiar con el encierro: rutinas, autocuidado y mantener los hábitos en la medida de lo posible.

¿Cómo puede afectar el encierro a las personas con trastornos previos, como ansiedad o depresión?

Si tienes ansiedad ya no puedes hacer muchas de las actividades de autocuidado que antes te hacían sentir bien, como hacer deporte, salir a caminar o quedar con personas para despejarte. Depende del tipo de ansiedad que tengas, te puede afectar más el hecho de estar en casa, por tener la sensación de estar encerrado o confinado. Si tienes depresión, ahí sobre todo dificulta el tratamiento, porque no puedes activar reforzadores positivos. La terapia con el psicólogo puede adaptarse en el domicilio.

¿Hasta qué punto es importante conservar los hábitos durante el encierro?

Mucho. Mantener las rutinas que tenías antes, como levantarse siempre a una hora, ducharse, vestirse, tener un horario, trabajar siempre en una habitación y descansar en otra, influye muchísimo. Si tienes mucho tiempo libre, el cerebro acaba por generar emociones por pensar demasiado, tiendes a ir hacia la ansiedad o hacia la tristeza, se da entrada a emociones negativas. Hay un estudio que demuestra que en las personas que se despiertan y pasan más tiempo en cama, las rumiaciones son mayores que las de quienes se levantan directamente.

¿Puede afectar a la autoestima el hecho de dejarse arrastrar por las circunstancias y prescindir de vestirse o arreglarse?

Sí. Las personas que están acostumbradas a hacerlo, o les hace sentir bien o disfrutan del momento de arreglarse, es importante que lo mantengan.

Los expertos dicen que tras los cuatro primeros días, la cuarentena comienza a tener efectos negativos a nivel psicológico.

Sí, porque pierdes los reforzadores. Al principio es divertido estar en casa, hay mucha conexión social, hay movimientos y recursos online. Pero, al final, el hecho de tener una rutina como ir de paseo al trabajo, el café con los compañeros, salir del círculo cercano y ver a gente menos conocida, es necesario para mantener una buena salud mental. Los primeros días se lleva bien, pero más adelante se empieza a notar la ansiedad del encierro, a notar la prohibición. Aún así, al pasar ese tiempo, actuará la capacidad de adaptación de los humanos, que es muy fuerte.

¿Cómo hay que afrontar la ansiedad que puede generar los problemas de convivencia?

Depende de si hay problemática pasada. Si es algo común en casa, habría que contactar con un profesional, siempre. Si es problema de convivencia de roces, sobre todo hay que tratar de conservar un tiempo para cada uno, no hace falta estar las 24 horas juntos. Es importante mantener la intimidad.

Hay personas que no tienen que lidiar con el encierro, sino con la exposición, como el personal sanitario o de supermercados. ¿Cómo puede afectarles?

Pueden sufrir consecuencias a nivel de ansiedad que pueden derivar en ataques de pánico, picos de ansiedad altos, problemas de convivencia con otros, de sentir incluso miedo. El poder hablarlo con un profesional sería básico para gestionar esas emociones. Si dan forma a la situación de excepcionalidad que están viviendo cuanto antes, pueden prevenir posibles problemas futuros.

¿Cómo se puede combatir el pánico y la hipocondría que genera la situación?

No hace falta estar conectado 24 horas a las noticias, con verlas una vez al día, sobra. Si tienes tendencia a preocuparte demasiado por este tipo de cosas, hay que pedirle a familiares y amigos que no manden bulos, audios o cotilleos que no vengan de fuentes oficiales, apagar la tele, cuidarse en ese sentido. Intentar no hablar del coronavirus todo el rato, una vez al día y luego, conversaciones agradables.

Las personas mayores lidian, además con el confinamiento, con su vulnerabilidad ante el virus. ¿Cómo deben enfrentarse a la situación?

Para los colectivos vulnerables a sentir emociones distintas a las nuestras, como niños o mayores, la información debe ser veraz pero adaptada a su capacidad de entendimiento. No hay que sobreinformar, ni proporcionar toda la información disponible en ese momento: debe ser adaptada, necesaria y comprensible. La mayoría de las personas mayores no tienen redes sociales y hay que intentar mostrar esa atención y cariño por otros medios.