Hace cuatro días que Martín Díaz llegó a A Coruña para reunirse con su madre de 73 años, Irma López. Los dos habían viajado desde Argentina para encontrarse en la ciudad de sus antepasados, y ahora madre e hijo se hallan confinados en el hotel Alborán a la espera de recibir los resultados del test del coronavirus. "Al llegar aquí mi madre empezó con fiebres. Llamé a los sanitarios y el miércoles vinieron a hacerle pruebas. A mí no me las hicieron por no tener síntomas", explica el argentino. El veterano hotel de Riego de Agua cerrará una vez que se vaya, ya que el Gobierno ha decretado la clausura temporal de este tipo de establecimientos.

Desde entonces, la familia pasa la cuarentena en habitaciones separadas del hotel aplicando todas las medidas preventivas posibles, pero la situación de Irma es cada vez más complicada. "Todavía no sabemos si tiene el virus, pero no para de subirle la fiebre. He llamado varias veces a los sanitarios y sigo sus instrucciones, pero cada vez es más difícil", afirma Martín.

Su historia es una de las muchas que se han visto interrumpidas por la pandemia. El argentino viajó a Europa a principios de marzo para visitar a sus amigos de España y Francia, mientras que su madre cogió un avión la pasada semana rumbo A Coruña. "Íbamos a reunirnos en la ciudad en la que nació mi abuelo. Era un viaje con un valor sentimental muy importante", explica. La declaración del estado de alarma le sorprendió en Francia, justo cuando su madre aterrizaba en Galicia: "Lo único en lo que pensaba era en reunirme con ella cuanto antes".

Para Martín, el regreso a Argentina "es complicado" y la salud de su madre "es lo primero" en estos momentos. "En el Consulado nos dan la opción de volver el día 26, pero solo si ella da negativo", dice. Si da positivo, Martín pide que Irma pueda ser trasladada a un lugar en el que pueda estar mejor atendida: "Un hotel no es lugar para pasar la cuarentena con alguien enfermo. No puedo ni hacerle de comer, porque no hay cocina". La responsable del Alborán, Loli Abellán, cuenta que el personal "ayuda en lo posible" llevando la ropa de cama y comida a las puertas de sus habitaciones, e informa de que el hotel cerrará una vez que ellos puedan irse.

Cerrojo a los hoteles coruñeses

Antes de ayer entró en vigor la nueva norma del Gobierno que decretaba el cierre de todos los hoteles y alojamientos turísticos del país. Una medida preventiva que todos esperaban y que, para algunos, "tardaba en llegar".

"Es una medida lógica. No tiene sentido estar abiertos si no tenemos clientes", afirma el gerente del hotel Coruñamar, Marcos García.

Si bien la situación no ha pillado a nadie por sorpresa, el impacto económico que el Covid-19 tendrá sobre el sector es, por el momento, imprevisible. "Para nosotros, el efecto durará más que la cuarentena. Aunque se permitan los desplazamientos en verano, puede que la gente no tenga la misma confianza a la hora de viajar", asegura el gerente.

Al igual que la mayoría de los hoteles, su plantilla también se acogerá a un ERTE, algo que hará que esta situación sea "menos dolorosa": "Se están dando pasos acertados, aunque con retraso. Los trabajadores estarán protegidos por la Seguridad Social, pero si esto se alarga no sé qué pasará". Lo mismo se ha decidido en el hotel Lois, donde se tomarán el ERTE como "una pausa". "Por ahora nos conformamos con esta medida, que esperamos que nos permita volver al trabajo con el 100% de la plantilla", dice uno de los responsables, Pablo Álvarez.

La Xunta ha establecido el hotel Hesperia Centro como lugar de acogida temporal hasta el día 24 de marzo. Al hotel se han derivado clientes de otros alojamientos de la ciudad, como el Maycar. "Actuamos rápidamente y durante estos dos días nos hemos dedicado a realojar a los clientes", informa su responsable, Rodolfo Doldán.