Médica de profesión, especializada en salud pública y medicina preventiva, Pilar Farjas preside, además, la asociación Isabel Zendal, que debe su nombre a la enfermera coruñesa que regresa a la memoria colectiva con la nueva operación Balmis que las fuerzas armadas llevan a cabo en todo el país para luchar contra el coronavirus. Como directora de Cáritas en A Coruña, Farjas participa en la coordinación de la ingente labor social que esta y otras entidades llevan a cabo para paliar los efectos de una crisis sin precedentes.

¿Qué paralelismos se pueden encontrar entre esta operación Balmis y la que trasladó la vacuna de la viruela?

En ambos casos, tanto las actuaciones que se están adoptando ahora con esta pandemia, como las adoptadas en 1800 contra la viruela, tienen que ver con una enfermedad infecciosa y con una actuación organizada desde los poderes públicos en favor del conjunto de la población. La Real Expedición Filantrópica de la vacuna de la viruela es la primera expedición internacional de la historia. Financiada, además, por la Corona, es decir, pública; con la intención de llevar el conocimiento científico a las Américas. Entonces existía una vacuna, el problema era cómo trasladarla, porque no existían viales.

Había que llevarla viva.

Sí, y no se sabía lo que eran los gérmenes. Descubrieron que, si se inoculaba el suero que se generaba en las pústulas que provocaba una enfermedad de las vacas en personas que no habían pasado la viruela, estas quedaban protegidas contra la enfermedad. Se organiza una expedición con niños sanos. Ahora sería impensable utilizar niños en ensayos clínicos, pero era lo que tenían. De los 22 niños, la mayoría eran gallegos. La enfermera encargada de hacerse cargo de los niños era una coruñesa, Isabel Zendal, que sabemos quién es gracias a la labor del periodista Antonio López. Es un nombre más que apropiado para definir la iniciativa adoptada por las Fuerzas Armadas.

Esta analogía con Balmis y Zendal es una forma de reivindicar al personal sanitario.

Sí, Francisco Javier Balmis era médico militar de la Armada española, un sanitario como los que están ahora haciendo la estrategia de detección precoz, estudio, cuidados y atención. La figura de Isabel Zendal pone el foco en esa otra parte, la de los cuidadores. Si se llevó la vacuna fue porque esa mujer hizo el papel de enfermera, de cuidadora de los niños, esa labor de aislamiento tan necesaria. Hoy hay muchas trabajadoras en servicios de limpieza, técnicos en residencias de mayores, de discapacidad, de internamiento, que están haciendo esa tarea. Balmis y Zendal representan esas dos caras de la lucha: los profesionales sanitarios y las personas cuidadoras.

¿Puede ser este el precedente al que la gente busca agarrarse para afrontar la crisis?

De esto nos vamos a recuperar, segurísimo. Sabemos cómo responde la inmunidad, cómo se comportan los agentes infecciosos, cómo podemos hacer la vigilancia, hay mucho conocimiento, además de todo el que se está generando. De los coronavirus sabemos mucho. Hay muchos elementos positivos, pero estamos trabajando prácticamente online en un virus que se identifica el 31 de diciembre. Mediante una actuación organizada y respetada, se puede controlar y disminuir el impacto en concentración de casos graves, que es el objetivo fundamental. Acabaremos conociéndolo, pero necesitamos tiempo, y para eso, la única manera es conseguir que no circule.

Es experta en medicina preventiva y salud pública. ¿Es suficiente esta labor preventiva?

La adopción de medidas de esta envergadura no se ha realizado jamás. Hacer una valoración es muy atrevido, creo que se está haciendo lo que se tiene que hacer. Las medidas de aislamiento las está poniendo en práctica todo el mundo porque son las que tenemos: higiene, confinación, medidas de control de pacientes. Hay que intensificar la búsqueda de infectados porque es donde se mueve el virus. Todos los servicios de salud están implantando test más rápidos para agilizar el proceso. Es un buen signo de la capacidad de respuesta organizativa de nuestro sistema de salud. Cuanto antes aislemos a todas las personas infectadas, antes conseguiremos que no llegue el virus a las personas de más riesgo.

A nivel comunicativo, se incide mucho en aplanar la curva.

Sí, porque los agentes infecciosos, en este nivel de expansión, se incorporan al arsenal infeccioso de la humanidad. Tenemos que conseguir que el proceso sea lo más largo en el tiempo porque nos da posibilidad de reacción. Nuestro sistema de salud tiene capacidad de atención, la tecnología permite cuidar bien. El problema es que se concentren casos graves que lo saturen.

¿Cómo responderá Sergas?

Creo que ha respondido anticipadamente y con iniciativas que demuestran esa capacidad de respuesta ágil. Nos queda cuidar a nuestros profesionales, y esa parte es de la ciudadanía. El sistema de salud responderá en la medida en la que respondamos los ciudadanos, cuidando muy bien todas las medidas de aislamiento. Si somos cuidadosos, y no hacemos acopio de los recursos como mascarillas o guantes, el sistema tendrá más capacidad.

Es una relación causa-efecto.

Sí, total. Tenemos mucha información y conocimiento. Cumplamos las normas sanitarias, evitemos los acopios y actuemos con sensatez para que no falten recursos donde hacen falta. Hay muchas iniciativas muy positivas de centros, entidades o clínicas de distintos ámbitos que han cerrado, tienen material y equipamiento tremendamente útil y lo han cedido. Esto es parte de esta respuesta que posibilita que nuestro sistema sea mejor.

Existen posturas encontradas en cuanto a la centralización de los servicios sanitarios de las diferentes Comunidades Autónomas.

Es importante la coordinación de la distribución del equipamiento, nadie lo cuestiona: qué se compra, dónde, qué tipo, a dónde va, de forma que se pueda identificar dónde hay déficit y se pueda atender en función del volumen de necesidad. Distinto es la eficacia con la que se está llevando a cabo. Esto no es un problema de colores políticos. El paralizar la entrega de compras ya realizadas y en marcha ha bloqueado las previsiones de los propios servicios de salud, que es algo que hay que evitar a toda costa. Es un tema de capacidad de respuesta organizativa del Ministerio de Sanidad, que tendrá que poner todos los recursos a su alcance.