El aplauso de las ocho de la tarde, que sirve para agradecer al personal sanitario su esfuerzo en la lucha contra el coronavirus, pero también a los servicios de emergencias y a las personas que trabajan de cara al público y se ponen en primera línea, se ha convertido ya en una cita obligada de los confinados. Ayer se pudieron oír las sirenas de los barcos amarrados en el puerto uniéndose al homenaje.