El pasado 9 de marzo saltaba la noticia: las instalaciones del centro cívico de Feáns quedaban clausuradas a toda actividad al haber sido detectado allí un foco de coronaviruscentro cívico de Feánsfoco decoronavirus, el primero importante de la ciudad. Ensayaba en el lugar, hasta el momento, la coral del mismo nombre, entre cuyos miembros empezaban a descubrirse los primeros positivos en los test. Al menos 250 personas próximas al entorno quedaban, desde el momento, bajo vigilancia. Nadie se imaginaba hace veinte días que la población acabaría acostumbrándose al confinamiento y que asistiría, con tensión compartida, al dramático aumento de contagiados y fallecidos. Veinte días pueden durar como un año. Lo sabe bien José Ramón Cernadas, portavoz de la asociación de vecinos de Feáns y uno de los primeros coruñeses afectados por el virusJosé Ramón Cernadasasociación de vecinos de Feánsuno de los primeros coruñeses afectados por el virus, que ya ha salido del hospital.

Desde casa y totalmente restablecido, puede poner una nota de esperanza en los ánimos que empiezan a flaquear tras casi una quincena de encierro. "Estoy muy bien, tengo apetito, que es buena señal, duermo bien y estoy con mi familia", confirma él mismo desde el jardín de su casa. El buen ánimo del que goza desde el pasado lunes, cuando regresó al hogar, es evidente. No escatima en elogios hacia el trato que le dispensaron, en el trago, los profesionales sanitarios del Chuac, para los que solo guarda buenas palabras. "Tenemos una sanidad que hay que conservar, no tiene precio. El trato fue exquisito y el personal, maravilloso", asegura.

Una cercanía que es el mejor antídoto para la incertidumbre que pacientes y familiares viven estos días. También en su caso. Aunque, por su parte, José Ramón Cernadas nunca dejó que las circunstancias arrollasen su moral. Los cientos de mensajes de ánimo de amigos y conocidos fueron la gasolina que aceleró su recuperación. "Siempre supe que se podía salir. Recibí cientos de mensajes de todo el mundo que se iba enterando. No podía defraudarlos. Tiras para adelante por ti, por genio y por ellos", señala.

El lunes salió del hospital sabiendo que su perspectiva de la vida, y probablemente la de toda la sociedad cuando esto termine por fin, no sería jamás la misma. Fueron 18 días a solas consigo mismo, en los que fue inevitable revisar las prioridades y poner en perspectiva ciertos asuntos. "Son muchas horas solo en una habitación incomunicado, así que piensas mucho. No hay que posponer nada, hay que vivir el hoy. Ayer ya pasó y mañana, nadie lo sabe", asevera.

Nada es, sin embargo, fruto del azar. El propio Cernadas reconoce que, si bien el virus no tuvo en él consecuencias peores, fue gracias la buena salud de la que goza y presume. Aconseja seguir ese ejemplo para lo que pueda pasar. "Yo nunca fumé un cigarro y por eso tenía los pulmones fuertes. Cuando uno es joven no le duele nada, pero hay que curarse en salud", recomienda el coruñés.

Salió del hospital, en sus palabras, "como un torero". Al tratarse de la primera alta, su rápida recuperación insufló optimismo al personal del hospital, que hizo la ola a su marcha. "Las enfermeras me despidieron como a un héroe, cuando las heroínas son ellas", destaca Cernadas, uno de los organizadores de la popular fiesta de los chicharróns. Hoy camina por el huerto de su casa, junto a su mujer y a su hijo, "la mejor compañía", sabiéndose afortunado de ser de ese porcentaje de población que puede disfrutar de aire y jardín para pasar el confinamiento de una forma más amable.

Aguarda que entre las muchas enseñanzas que deje esta experiencia a la colectividad, se encuentre el valorar más las aldeas y la vida en el entorno natural: "Antes todo el mundo escapaba de las casas en el campo, y en este momento cualquiera querría vivir en una. A ver si esto nos sirve para valorar más estas cosas".